Antes de que el olvido me alcance

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

FIRMAS

PACO RODRÍGUEZ

David Otero Arias, enfermo de alzhéimer, presenta su primera novela, recuerda su película con Rocío Dúrcal y cómo Julio Iglesias quería llevarlo a Miami

29 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

«Es la primera vez...». No sabía bien cómo empezar. Ni siquiera se lanzó a hablar de su libro, que sería lo natural. Arrancó situando su vida: «Tengo 62 años y llevo escribiendo desde que aprendí a hacerlo, para mí. En el 2010 me dio un infarto de miocardio y al poco tiempo me diagnosticaron alzhéimer». David Otero Arias (Tetuán, 1951) presentaba ayer su primera novela Strakas. Historia de una infamia (Hércules de Ediciones). Narra un mundo de miserias, con robo de niños, donde «ninguno de los personajes es demasiado tierno ni fácil, pero todos ellos sueñan...».

«Tenía la sensación de estar leyendo dos novelas: una esta y otra la de la vida de David, que cada día me sorprendía con algo nuevo; lo último fue el viernes pasado cuando me contó que había hecho una película con Rocío Dúrcal». Esto contaba Mar Pérez Negreira, responsable de la edición del libro.

Otero confirmaba el dato y detallaba: «Era un papel de diez minutos». Fue en La novicia soñadora (1971), dirigida por Luis Lucía Mingarro, que «me volvió a llamar porque le gustó lo que hice; y Julio Iglesias me quería llevar a Miami, porque le gustaba como tocaba, y me llamó Betty Missiego. Pero tenía que irme a la mili y no pudo ser».

Eran años en los que recorría la geografía española: «Mi padre era militar; cuando tenía tres años nos vinimos a Tui y, salvo tres años que estuve interno en los escolapios de Monforte, recorrimos muchas ciudades». Una fue Pontevedra, donde con 15 años «tenía una guitarra eléctrica que entonces era un tesoro». A los 17 años formó el grupo musical Queimada y «producidos por Juan Pardo grabamos tres discos en Ariola y tuvimos un tema, Adonis, de número uno en los Cuarenta; hacíamos música de los Beatles, Bee Gees...».

David Otero resumió en pocos minutos su inquieta vida, desde empleado de banca a dueño de una tienda de ropa en Gijón que vendió a Zara. Lo hizo tras confesar su reacción al saber que pasaba a formar parte de los casi 50.000 gallegos con alzhéimer: «Pasé unos días deprimido y replanteándome la vida». Ahí notó especialmente el apoyo familiar: «Yo me casé con 19 años y llevo desde entonces con mi mujer». Se llama Jenny y tienen dos hijos, David y José Luis. Con ellos, «al poco tiempo lo superé rápidamente. ¿Qué te gusta hacer? Escribir. Y es lo que hago: escribo». Lo hace de forma compulsiva y ya ha terminado La pulsera encantada, Benquerencia («sobre el narcotráfico»), No me pisen lo fregado («sobre las preferentes y la banca»), Dando cera («con las dificultades de la gente con la crisis y lo que tienen que inventar para salir de ella») y «tengo un poemario que se titula Cosas mías y otro libro que es Relatos, historias y fruslerías». Todo ello sabiendo que «es muy difícil vender libros. No espero nada especial, ni ganarme la vida con esto, ni fama, ni fortuna». Esta hiperactividad escritora «es mi forma de hacerle frente a la enfermedad. No sé el tiempo que esta me permitirá seguir haciéndolo, de ahí las prisas». Lo refleja en uno de sus poemas: «Antes de que el olvido me alcance». Relata otras actividades laborales como gestor en A Coruña, abriendo una floristería en Vigo o el negocio de hostelería en Ferrol y Carral «cuando me dio el infarto». Anuncia en la página de Queimada que «seguiré queriendo a todos los que siempre he querido y dándole valor a lo único que hace que esta vida tenga sentido, los maravillosos amaneceres con sol, los increíbles crepúsculos, la fina lluvia que acaricia los sentidos, los paseos con mi perro Ringo, un buen vaso de vino, la música, toda la música, los libros, los amigos, la familia, en definitiva, el amor». Todo, antes de que el olvido le alcance.

«La hiperactividad escritora es mi forma de hacerle frente a la enfermedad»