Un trotamundos en el instituto armado

La Voz

FIRMAS

02 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

De Canarias a Pontevedra, con escalas en Murcia, San Sebastián o Navarra, entre otras localidades. A sus 60 años, la Comandancia de la ciudad del Lérez se ha configurado previsiblemente como el último destino de este alicantino que, antes de recalar en Pontevedra, estuvo de segundo jefe en Ávila, como máximo responsable en Melilla y como jefe de operaciones en Madrid. En total, Manuel Davó Soler ha estado destinado en catorce localidades diferentes -«he cruzado España de Norte a Sur», bromea-, pero, paradójicamente, «nunca he estado destinado en mi tierra».

Desde su despacho, en el que no faltan las paredes decoradas con dibujos de sus hijas, una reproducción de la patrona de la Guardia Civil, la Virgen del Pilar, sobre una mesa y un juego de armas de fuego de época sobre otra, el máximo responsable del instituto armado pontevedrés confiesa que una de las espinas que tiene clavadas está relacionada con el bienestar de sus agentes.

Tras reconocer que llegó al mando con el tripe objetivo de reducir la criminalidad, mejorar la atención al ciudadano y hacer lo propio con las condiciones de servicio y de vida de sus subalternos, Davó Soler considera que los dos primeros propósitos, en mayor o menor grado, se han ido consiguiendo. No ocurre lo mismo con respecto al tercero: « En la atención al ciudadano hemos mejorado en algún aspecto, pero en las condiciones de vida de mis hombres, no. Francamente, el presupuesto no da para ciertas cosas que se deberían atender en condiciones normales. Los recortes se han notado en todos los sitios».

A escasos meses de adentrarse en la reserva, el máximo responsable de la Guardia Civil en Pontevedra destaca la impronta que los gallegos han dejado en el seno del instituto armado a lo largo de toda su historia. No en vano, como él mismo resalta, «Galicia es una tierra cantera de guardia civiles».