Toca otra vez, viejo perdedor

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

FIRMAS

José Manuel Portela actuó con Rosendo, hizo la banda sonora de «El pico 2» y vivió toda la movida madrileña. Ahora duerme en la calle y sigue tocando

26 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

«Esta es la historia de un sábado / de no importa que mes / y de un hombre sentado al piano / de no importa que viejo café». Así arranca Piano man, de Billy Joel, en la versión de Ana Belén. Es la canción que desde hace siete años José Manuel Portela toca todas las noches, varias veces. No hay un viejo café ni está sentado: toca de pie, en la calle. Doblado sobre un viejo teclado, con una caja en la que le van dejando monedas. «La gente de la calle Real me dio ya para tres teclados», comenta agradecido. Ahí tocaba hasta hace unos días. Una mujer lo denunció porque le molesta su música y se ha mudado. Solo para tocar. A la calle Real vuelve cada noche para dormir en un portal. Antes arropa el teclado, lo envuelve con mimo y lo guarda en un carro de la compra. Ahí cabe su vida. Lo deja en el bar Malte, enchufado para que cargue la batería.

«Y se agarra a su tabla de náufrago / volviendo a su eterna canción». La música es su tabla de salvación, su pasión. «¿Tú sabes lo que es en un concierto que dejes de tocar y toda la vasca siga coreando la canción?», pregunta. Él lo sabe. Era uno de los músicos de Rosendo cuando el roquero inició su carrera en solitario. Portela, nacido en Cádiz en 1959, está en los títulos de crédito de Fuera de lugar como teclista. Protagonizaron el espectáculo inaugural del Rocódromo de Madrid. «En algún concierto había cien mil personas; eso es lo más grande; lo que me gustaría es tocar siempre para la gente, que conozcan mi música». Pero la ha perdido toda. Espera que su hermano conserve un casete que le envió con todo lo que había grabado. Desgrana los dos años que pasó con Rosendo: «Si vas a YouTube ahí estoy yo detrás con una cinta en la cabeza». Y ahí está con melena, cinta blanca en el pelo y alguno de los anillos que sigue llevando en sus dedos.

Va evocando nombres de la movida madrileña que vivió desde los inicios. «Estaba Almodóvar con Fabio, tenían el grupo Macnamara». Era el inicio de los años 80 y José Manuel tocaba en un tablao flamenco, Los Canasteros: «Ahí estuve con Caco Senante y Mercedes Sosa; actuábamos en los mítines del Partido Comunista». Luego «estuve seis meses trabajando con Bigote Arrocet, ¿te acuerdas? Uno que era humorista». Otro artista con el que tocó fue Moncho, «cantaba boleros», y después «un año con María Jiménez».

La lista de nombres de la movida con los que coincidió es larga: Ketama, Antonio Banderas, «que aún me debe mil pelas que le presté cuando llegó», Vicente Soto, «un cantaor que hizo un disco con poemas de Pessoa y toqué dos temas», Los Morancos...

Eran tiempos en los que estaba casado con una gallega: «Cogía el expreso de la noche y me venía a Coruña, sobre todo desde que nació mi hija». En 1989 se separó y ahora su hija «está en Italia, trabaja allí y pronto vendrá porque me quiere un montón».

Evoca su nacimiento en Cádiz, hijo de un cantaor flamenco y de una bailarina de ballet. Por eso «nací con el sentido del ritmo». Antes de venirse a Galicia y tocar en cafés cantantes, hizo la banda sonora de la película de Eloy de la Iglesia El pico 2. También participó en el programa de TVE La edad de oro, poniendo música a cortos como Amor apache.

«Toca otra vez viejo perdedor / haces que me sienta bien / es tan triste la noche que tu canción / sabe a derrota y a miel». Es la canción que más toca José Manuel, pero no es por que se sienta identificado con ella o esté entre sus preferencias musicales: «La gente con esa canción ¡echa dinero! ¡Les encanta!». Por eso toca Piano man, o Con su blanca palidez, o El Padrino, o Casablanca ya que «la gente quiere canciones que le suenen». Y suena, de nuevo, «Toca otra vez, viejo perdedor».