Cuando el método está al servicio del talento

M.G. Reigosa EL PERISCOPIO

FIRMAS

25 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Pablo Laso acaba de ampliar su contrato con el Real Madrid hasta el 2016 y se lo ha ganado a pulso. Lo avalan los títulos, porque lleva ya una Liga, una Copa del Rey y un par de Supercopas. Pero, por encima de los números, lo catapultan las sensaciones Con él en el banquillo el equipo ha recuperado un estilo marcado por la vocación ofensiva, y en las gradas del Palacio de los Deportes de Madrid ya no mandan los vanos. La afición se ha reencontrado con el equipo y disfruta.

El suyo es el premio a la fe y la perseverancia para un técnico hecho a sí mismo. Podría decirse que de casta le viene al galgo al hijo de Pepe Laso. Y conviene no olvidar que como jugador también se movió en la élite con la misma filosofía que ahora defiende. Se le recuerda como uno de los grandes especialistas en el arte de las asistencias. Hasta la fecha, nadie ha repartido tantas como él en la ACB, 2.896 en 624 partidos. El segundo puesto es para Azofra, con 2.224 en 705. Y tardará en aparecer alguien que lo adelante en esa clasificación histórica.

Como entrenador se curtió en la LEB 2 y en la LEB Oro. Y en este Real Madrid que ahora asombra por su velocidad de juego y de crucero, no lo ha tenido fácil. Porque no era fácil apostar en su día por dejar la dirección de pista en manos de Llull y un Sergio Rodríguez que por aquel entonces estaba inmerso en una peligrosa dinámica de desintegración. Porque no era fácil gestionar pasos fugaces como los de Ibaka y Rudy Fernández durante el lock out de la NBA. Y tampoco apostar por Salah Mejri para completar el juego interior del equipo. Laso desafió con su baloncesto de velocidad y fantasía una época entregada a la ortodoxia de pizarras como las de Messina, Obradovic o Xavi Pascual, en las que el método está por delante del talento. Él le da la vuelta a la ecuación: el método está al servicio del talento, no al revés.