¿Cuánto vale la vida de Emilio?

FIRMAS

30 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La historia de Emilio García, un anciano de 95 años que agoniza en la cama del hospital al lado de sus seres queridos, debería bastar para poner fin a la huelga que secunda la plantilla de Povisa por recortes salariales. Emilio ingresó de urgencia hace diez días con el fémur roto y, mientras se retrasaba su operación por falta de personal, sufrió complicaciones por pérdida de sangre.

Nadie es inocente cuando un conflicto alcanza esta dimensión. Por eso caben tres reflexiones al respecto:

1. A los trabajadores habría que decirles que no todo vale. Pese a asistirles el derecho a la protesta, no todo vale. Hay unas líneas que no se deben traspasar porque rayan en la violencia activa (el acoso a los dueños del hospital) y en la pasiva (ignorar el cumplimiento de servicios mínimos en los quirófanos).

2. A la empresa habría que advertirle que el suyo no es un negocio cualquiera, que no es lo mismo manejar barcos o zapatos que un material tan sensible como la sanidad. Y que la dignidad laboral está reñida con la calidad de un servicio.

3. Y a la Xunta habría que denunciarla por actuar como Pilatos. Es intolerable que el Sergas alegue que esta huelga no le compete cuando le está pagando 75 millones de euros al año a unos señores por no dejar desasistidas a 140.000 personas.

Se mire por donde se mire, todo esto confluye en una misma dirección: la vida de un ser humano no vale nada frente a los intereses económicos.