La moda que no pasa de moda

Begoña Rodríguez Sotelino
B. R. Sotelino *+VIGO / LA VOZ

FIRMAS

M. MORALEJO

José González Silva lleva casi 40 años al frente de una tienda que marcó una época en Vigo

09 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Hubo un tiempo en que los barrios de Vigo lideraban tendencias en el vestir. Príncipe, la céntrica milla de oro, no era necesariamente, como ahora, la vía que concentraba las propuestas más aceptadas por la población. Había más diversidad y pocas tiendas, o casi ninguna, de las grandes franquicias que hoy copan el mercado. De hecho, Muestra de ello es la labor que lideró en su día José González Silva, que a mediados de los años 70 apostó por montar en O Calvario una boutique que marcó una época y que todavía sigue marcando tendencias en las pioneras galerías del barrio.

José empezó la aventura junto a su mujer, la canaria María Cleofé Dávila. «Ella estaba en Guinea con sus padres cuando yo me dedicaba a la exportación. Allí nos conocimos. La importé», bromea. En el nombre de ella se inspira, obviamente, el nombre del local. Y hoy son ellos dos los que la mantienen viva.

Pero la tienda de O Calvario no fue el único proyecto de José González. Bajo su dirección también se puso en marcha una de las tiendas más originales de los 80. A mediados de esa década abría en Doctor Cadaval American Store, un local forrado de madera al estilo de un saloon del Oeste que todavía recuerdan los vigueses que compraban prendas vaqueras allí, y que ahora ya peinan canas. Pero tampoco quedó ahí la expansión. «En María Berdiales pusimos en marcha Topper y en la calle Venezuela, Fast, frente a El Corte Inglés», recuerda.

En sus tiempos, Cleofás llamaba la atención por sus escaparates. Primero, porque tiene una cantidad inusual de vitrinas y después, porque eran de lo más originales. «Antes nos los hacía Alberto Cela, un profesional que se dedicó a esto toda la vida. En tiempos gastábamos un dineral en la decoración. Ahora los hago yo porque no hay tanto trabajo y además, es que me gusta mucho y me entretengo», reconoce el profesional que no tiene relevo para el negocio. «Mi hijo es biólogo y mi hija está casada y con dos hijos y ninguno de ellos ha querido seguir mis pasos, pero lo mejor es que cada uno haga o que le gusta», sentencia.

José, originario de Celanova, se inició desde muy joven el sector textil. Primero lo hizo como representante, exportando ropa para África para diversas firmas y al poco tiempo se animó a montar su propio establecimiento. «Las boutiques eran lo que estaban de moda en aquella época y la nuestra caló con fuerza. Teníamos mucho éxito, llegamos a estar hasta siete personas trabajando aquí y no parábamos. Había días en que hacíamos cajas de un millón de pesetas. Era una tienda puntera en Vigo», advierte recordando otras de su estilo ya desaparecidas, como Odilo, Gladys o los almacenes Cividanes.

«Al principio era mixta, teníamos ropa para hombre y para mujer, pero desde hace cuatro años decidimos quedarnos solo con la de caballero». Según explica, se debe a que como el movimiento ha bajado mucho. Las colecciones femeninas son muy cambiantes y esto obliga a los comerciantes a estar constantemente renovando un stock que a veces no hay tiempo a vender con el peligro de quedarse desfasado en las estanterías. Esto, sin embargo, tiene otro ritmo más asumible cuando se trata de moda para ellos. No hay tanta variación. «Los tiempos han cambiado mucho y ahora nos vamos defendiendo. Hasta hace relativamente poco los clientes venían a por una americana de más de 300 euros, unos jerseys, unas camisas y se iban tan contentos pagando la factura. Querían y podían. Ahora no se puede», lamenta. Aun así, Cleofás sigue siendo un referente para un amplio espectro de público masculino al que le gusta vestir bien y con marcas de calidad. «Además de ropa informal, también trabajamos ropa de ceremonia y hacemos confección con arreglos de sastrería a medida por encargo», indica.