El ingeniero naval de canoas

Pablo Penedo Vázquez
pablo penedo VILAGARCÍA / LA VOZ

FIRMAS

MONICA IRAGO

La perla del N. Pontecesures sueña con compaginar ciencia y piragüismo de élite

21 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Adrián Castiñeiras Troáns (Pontecesures, 6 de abril de 1996) acaba de cumplir 17 años. Estudiante de Primero de Bachillerato de Ciencias, sus planes pasan por cursar estudios universitarios en una ingeniería, o en la rama de biología. Pudiera parecer el suyo, pues, el perfil de uno de esos jóvenes cartesianos, que encuentran en la lógica del principio de causa-efecto su modelo de vida. O dicho en román paladino, de esos chavales, que los hay, y muchos más de lo que algunos se piensan, que se aplican aquello de que el que algo quiere, algo le cuesta.

Adrián ha ganado en este arranque de temporada el Campeonato Gallego de Invierno de C-1 Juvenil, categoría en la que debuta, colgándose además el bronce Sub 17 en el Campeonato de España de Invierno, sobre 5.000 metros como el autonómico, y en la Copa de España de 1.000 del pasado fin de semana. Un tercer puesto que ya había doblado en el 2012 en los Campeonatos de España de Invierno (5.000 metros) y Verano (1.000), entonces en categoría cadete.

Su currículo convierte a Adrián en la perla del Náutico Pontecesures. La punta de lanza del excelente trabajo de cantera que desde hace varios años realiza este cluba, y que comienza a dar sus frutos con figuras emergentes como el aspirante a científico. «A clave dos resultados é o esforzo que lle dediques a adestrarte e a competir», dice Adrián, que añade a la fórmula «o grande esforzo que fai o meu club comigo».

Habla un chaval que solo sueña con «conseguir compaxinar os meus futuros estudos e traballo co piragüismo, e chegar algún día a ser campión de España». Y si por el camino se puede competir en alguna gran prueba internacional, miel sobre hojuelas.

Se dice que llegar muy alto requiere una ambición a la altura del deseo. Sin embargo, aplicando la lógica gallega nadie puede asegurar hoy que Adrián Castiñeiras no vea sobrepasado hasta límites insospechados el horizonte que maneja en su cabeza. Su único referente, David Cal, pudiera ser la prueba. El triunfo del esfuerzo y la entrega por encima del ego mejor gestionado.

Una experiencia escolar, con dos visitas en la clase de educación física de su colegio al Náutico Pontecesures, despertaron en el 2008 el gusanillo a un crío al que confiesa «sempre me gustaron os deportes relacionados coa auga. E ao ter o río preto, remar nel semellaba divertido». Un curso en la escuela de verano del club acabó de convencer a Adrián para pasar de los chapuzones estivales entre amigos repetidos en sus primeros compases de iniciación en el manejo del káyak, al duro trabajo de un palista en el crudo invierno gallego.

Lo suyo con la canoa fue un flechazo. En cuanto tuvo la edad de subirse a una, la temporada siguiente como infantil de primer año, se aplicó de lleno. Diestro, recuerda su crecimiento en la canoa como un reto. «Ao principio danche unha canoa ancha, logo outra máis fina. É unha motivación máis. Pensas que nunca poderás remar cunha canoa tan estreita. E cando o consegues, ves que é un obxectivo cumprido».

Cuando se acerca el momento de especializarse, los planes de Adrián apuntan al C-1 1.000. La distancia de un David Cal en retirada cuando el cesureño alcance su madurez deportiva.

mirando al futuro adrián castiñeiras troáns