La ría codiciada por los piratas

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

FIRMAS

Las aguas pontevedresas ocultan los naufragios de saqueadores marinos

24 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Tratantes de esclavos, saqueadores espoleados por la codicia de oro y otras mercancías, enemigos de España o de sus aliados que quemaban a sangre y fuego todo lo que podían, tipos que hoy solo aparecen en el Índico o Malasia, pero que no hace tanto tiempo eran el terror de las Rías Baixas. Las aguas de Pontevedra han sido testigos durante siglos de ataques piratas y navales de todos signo. El tradicional pabellón negro con la calavera y los huesos cruzados nunca se izó, que se sepa, en estas aguas, pero las acciones que simboliza se repitieron durante generaciones.

El saqueo de la isla de Tambo por el famoso pirata inglés Francis Drake -un caballero a los ojos de su reina Isabel I y un salvaje asesino a los de los españoles- es el ataque naval que ha pervivido mejor en la memoria colectiva. El miedo que desató la presencia de los barcos británicos de Drake fue tal que los marinenses, por ejemplo, aterrados, se llevaron las imágenes religiosas y alhajas de la villa a la protección del pazo de Cadro, en San Tomé. El ataque de Drake es un eslabón más en una larga cadena. Las hoy apacibles aguas de la ría ocultan los restos de los barcos piratas hundidos en aquellos oscuros días.

Una de estas historias la relataba Dolores Acevedo, vecina de Marín, fallecida a los 86 años hace ya 14 años. Ella narraba como sus mayores le habían contado, que entre Portocelo y Mogor existió una cueva. Allí, una noche de tormenta, se refugió un barco pirata cargado de un tesoro del que no se supo más, porque el acantilado se precipitó sobre el navío maldito.

Posible fundamento histórico

El arqueólogo submarino Miguel San Claudio, autor del único inventario de yacimientos en el Parque Nacional Illas Atlánticas de Galicia, no descarta un poso de realidad en la leyenda.Los vecinos de Marín encontraron los restos de un yacimiento romano, cuando se hizo la primera carretera de lo que hoy es el vial de playas a mediados del siglo XX. Quizás estos restos son el origen de la historia.

En los libros parroquiales de Santa María del Puerto de Marín, se deja entrever la frecuencia de los ataques piratas a la ría. El siglo XVII fue especialmente sangriento. En 1610, dos barcos piratas atacaron el puerto de Marín, donde estaban fondeados dos barcos y se los llevaron. Dejaron inutilizado uno en Tambo, del que no se ha encontrado jamás rastro alguno, y se llevaron el otro hasta Ons.

Es a esta isla a la que se vinculan algunas de las historias piratas más relevantes. El primer ataque documentado por vía marítima ocurrió en 899, cuando una flota musulmana del sur de España atacó Galicia. El temporal la hundió entre las rías de Pontevedra y Vigo, y los barcos pontevedreses se ocuparon de destruir o apresar los buques supervivientes. «Se hundieron muchos barcos y tiene que haber restos, pero que no han sido descubiertos. Eran decenas de embarcaciones las que naufragaron», indica San Claudio.

Este arqueólogo submarino señaló que el inventario realizado en Ons hace dos años fue muy parcial y que no se sabe el número de pecios -nombre técnico de los barcos hundidos- que podrían ocultar sus aguas.

«Es muy conocida la anécdota del naufragio de un barco pirata argelino en Ons en 1634. Los supervivientes fueron vendidos como esclavos», indicó. ¿Dónde se fue a pique este barco? No se sabe, sus restos no aparecieron en la única prospección realizada en el parque nacional, pero San Claudio sospecha que aún están ahí.

En los libros parroquiales de Marín se indica que el 15 de agosto de 1642, «los moros», como los llama el párroco, persiguieron un barco holandés. Los marinenses salieron en defensa del navío comercial y a uno de ellos, Diego da Pesqueira, lo mataron «con un balaço que pasó la caveça».

Fuego en el mar

En la ría hubo batallas navales dignas de Barbarroja o del capitán Kidd. En 1799 lucharon el británico Revenge, con 14 cañones, y el corsario español Brilliant, de diez cañones y 76 hombres. El Leeds Intelligencer señaló que el combate duró tres cuartos de hora y que el barco español «voló por los aires y pereció toda su tripulación excepto ocho hombres». San Claudio puntualiza que la ubicación de la batalla y los restos del Brilliant y su carga permanecen inéditos.

Al menos seis periódicos ingleses reflejaron la victoria del Naiad y del Phaeton el 16 de mayo de 1801 en Marín. Los cinco cañones del castillo de San Fenando, en A Banda do Río, no pudieron evitar la catástrofe. El fuego británico hundió El Raposo, que estaba fondeado, y capturaron La Alcudia, que buscó en vano la protección de los cañones de Marín. Los ingleses solo tuvieron cuatro heridos. Nadie sabe tampoco donde están los restos del Raposo.

Quizás estos combates estén en el origen de las leyendas que desde entonces salpican el folclore de los marineros de la ría.

una página olvidada de la historia ataques navales al litoral de la comarca