La retirada del servicio de teleasistencia a las personas mayores o con problemas de comunicación ha puesto en evidencia una vez más la poca sensibilidad de los políticos a todos los niveles. A ellos les da absolutamente igual que estos ciudadanos permanezcan incomunicados en sus casas, que usen el mango de la escoba para golpear en el techo del vecino o que toquen la vuvuzela para solicitar una ambulancia.
Como si de una partida de dominó se tratara, el Gobierno central retiró la ayuda para esta prestación social, acto seguido la Xunta hizo oídos sordos, el Concello respondió que con él ni se les ocurra contar y ahora la Diputación desvela que no quiere saber nada del tema. En todos los casos la disculpa es la misma. Con los tiempos que corren no hay dinero para este tipo de ayudas. Mientras, vemos como se despilfarran los euros en auténticas chorradas. Lo más vergonzoso, sin embargo, suele ocultarse a los ojos de los ciudadanos.
Total, si un anciano se cae en su casa y permanece ocho días tirado en el suelo, poca gente se va a enterar del incidente. Como mucho, la familia si la tiene. Y si no, que se vaya a una residencia. Pero resulta que en Vigo ya no hay centros públicos para personas válidas, una muestra más de lo poco que importa este sector de población a los políticos. Claro que no es nada nuevo. No hay más que ver la ubicación de las residencias de mayores, la mayoría construidas en el culo del mundo para aprovechar los terrenos baratos. Poco importa que los usuarios dejen de salir a la calle y que acaben apoltronados en una silla de ruedas. Lo importante es especular y guardar el dinero para causas más justas como torneos de tócamerroque o excursiones para contar los kilómetros de Vigo a Redondela.
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