Una pionera en la investigación y en la enseñanza

maría conde PONTEVEDRA / LA VOZ

FIRMAS

La pontevedresa María Alicia Crespí fue la primera catedrática de una escuela técnica superior en España

04 nov 2012 . Actualizado a las 12:42 h.

«La enseñanza está totalmente degradada, deteriorada». La frase se sigue pronunciando hoy, pero pertenece a María Alicia Crespí González, quien ya advertía en abril de 1977 en una entrevista publicada en ABC de los problemas que presentaba el sistema educativo, después de elevarse a definitiva su cátedra de Electrotecnia en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Ella fue la primera mujer catedrática en una escuela superior en España, veinte años antes, también había sentado precedente como investigadora en la Junta de Energía Nuclear, el actual CIEMAT. Sus conocimientos sobre iluminación específica para museos le llevaron a ser asesora en las obras de rehabilitación del Louvre y en el Prado. Cuesta entender, entonces, que semejante trayectoria haya pasado casi inadvertida en su ciudad natal.

Porque Crespí, que falleció con 89 años, había nacido en Pontevedra y vivió su niñez en pleno centro histórico, en la praza de Curros Enríquez. Procedía de una familia de origen italiano, luego asentada en Mallorca y Pontevedra, y portadora de toda una serie genes artísticos e intelectuales. Su abuelo, Antonio Crespí Más, fue secretario del Instituto de Pontevedra durante años. Era catedrático de Ciencias de la Agricultura en el centro y, como explica el viudo de Alicia, «divulgador de la Teoría de la Evolución de Darwin». Había estudiado Farmacia en Barcelona y luego se licenció en Ciencias en la misma universidad. De sus trabajos de catalogación de plantas en Palma de Mallorca quedó una denominada Galium Crespianum.

Su abuela, Avelina Pérez Vázquez, había sido otra pionera; fue la primera mujer directora de Escuelas Normales en España. Tres tíos eran catedráticos: Luis Crespí (Historia Natural), Andrés (Perspectiva, en Bellas Artes) y Miguel (Química Cinética). Un cuarto, Gonzalo Crespí, fue un afamado oftalmólogo, y su padre, Antonio, topógrafo y artista. Con tales antecedentes, se entiende que a Alicia no le fuera el papel que su tiempo reservaba para las mujeres e intentara, como dijo en esa entrevista, abrirse camino para lograr «la independencia económica». Después de acabar el Bachillerato, comenzó estudiando Químicas en Santiago, carrera en la que dijo que la habían matriculado sus padres, «como podían haberlo hecho en sánscrito».

Hizo su tesis doctoral en la Facultad de Ciencias sobre Ingeniería Química y su primer trabajo fue en Piritas Españolas, del Instituto Nacional de Industria, de la que llegó a ser jefa de la Sección de Procedimientos de la División de Investigación Industrial. Y de esta firma pasó a la Junta de Energía Nuclear en 1957. Allí colaboró hasta 1984, como responsable de investigaciones y proyectos sobre prevención de contaminación en instalaciones nucleares. Tampoco difieren las palabras que decía entonces sobre la situación de la investigación con las que hoy profieren muchos sucesores. «Nos falta una política seria de investigación, conectada con la industria».

En Arquitectura, dirigió el departamento de Electrotecnia, Luminotecnia y Técnicas de Acondicionamiento Térmico y Acústico. Y en esa especialidad fue requerida por varias entidades museísticas para asesorarlas en materia de iluminación y acondicionamiento ambiental. No solo el Louvre en su rehabilitación, o el Prado. Crespí fue además organizadora y ponente de diversos simposios a nivel nacional, además de escribir trabajos sobre el tema. Y en una ocasión dirigió en su querido Museo de Pontevedra el Seminario de Acondicionamiento Ambiental de Museos, al que asistieron de directores y conservadores de las principales entidades gallegas. Ella tenía claro dónde iba a dejar su legado.

perfil maría alicia crespí gonzález

En el actual CIEMAT investigó la contaminación en instalaciones nucleares

Fue asesora en iluminación en la rehabilitación del Louvre y en el Museo del Prado