«Para ser bombero ahora hay que ser casi un atleta olímpico»

fernando molezún A CORUÑA / LA VOZ

FIRMAS

EDUARDO PEREZ

Tras 35 años de servicio, este experto en formación acaba de jubilarse

29 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

«Como bombero vi pasar a siete alcaldes, eso te dará una idea del tiempo que estuve de servicio». En total, casi 36 años apagando fuegos y enseñando a prevenirlos. Esa es la vida de José Ramón Fiaño, bombero desde los 23, al que le ha llegado la hora de descansar. En la maleta, se lleva un sinfín de vivencias que cuenta con pasión y una familia, la de sus compañeros en el parque de bomberos, que le rindieron un merecido homenaje.

-¿Cómo se hizo bombero?

-Entré casi de casualidad. Yo era mecánico ajustador, una profesión que fue desapareciendo, y al volver de la mili había una crisis y muy poco trabajo. Un familiar me contó que se habían convocado unos puestos para el Ayuntamiento de policía, bombero y ordenanza. Yo me presenté a los de ordenanza, pero terminé entrando al año siguiente como bombero, cobrando muy poco, aunque al año nos dobló el sueldo el alcalde Liaño.

-No fue una cosa vocacional.

-En un principio, de vocación, nada. Era más fácil entrar entonces, porque ahora para ser bombero hay que ser casi un atleta olímpico y un ingeniero a la vez.

-¿Recuerda la primera vez que tuvo que enfrentarse a un fuego?

-La verdad es que no. Yo me arrimé siempre a los veteranos. Pero no te meten en un fuego si no estás preparado para ello. A los nuevos, cuando estaba de jefe de turno, les iba encargando tareas, poco a poco. Nunca nadie obliga a meterse. Te metes tú y el resto te siguen. De todas formas, ni te lo planteas. Cuando estás de guardia te cambia la personalidad, dejas de ser ciudadano y te conviertes en bombero.

-En todos esos año habrá pasado por unos cuantos fuegos.

-Pesqué unos cuantos grandes. El de la discoteca Lord Byron y la Rigbabá, el pazo de Meirás, el Mar Egeo, el Casón... Lo peor para nosotros son los barcos. Con el equipo que llevamos, que pesa entre 40 y 50 kilos, no hay quien se revuelva en esos espacios.

-¿Cómo termina en educación y prevención?

- Fue por un problema de salud, que me impidió seguir haciendo salidas. Así que empecé con lo de las charlas a los niños, a empresas y asociaciones. Hasta que nació la Semana de la Prevención. Pasamos de atender 2.000 a 9.000 niños al año.

-¿Cómo se enfrenta a los niños?

-A los chavales hay que planteárselo desde un punto de vista entretenido. Tienes que jugar con ellos, no darle la lección. Si lo consigues es terriblemente efectivo, porque los niños son muy tercos, se quedan con la idea e insisten sin parar. Cuando les contábamos los peligros de fumar, muchos padres nos venían después diciendo que sus hijos les tiraban el tabaco. De hecho, desde que empezamos estas iniciativas con los niños han bajado los fuegos. Por supuesto, tiene que ver también con otros factores, pero esto ayuda.

-Está ahora montando una nueva asociación.

-Estamos trabajando en los estatutos de una asociación de bomberos retirados y voluntarios. Nuestra intención es informar, organizar intercambios con bomberos de otras ciudades, echar una mano, pero siempre sin interferir en el trabajo de los compañeros.

José Ramón Fiaño Bombero retirado