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El farero Juan José Dios, en la linterna del faro de Cabo Vilán
El farero Juan José Dios, en la linterna del faro de Cabo Vilán JOSE MANUEL FERREIRO

03 oct 2012 . Actualizado a las 12:27 h.

Ahora es «técnico mecánico de señalización marítima», pero el camariñán Juan José Dios Canosa prefiere que le llamen simplemente farero. Lo dice con orgullo, feliz de poder seguir trabajando en lo que siempre le gustó, a pesar de que corren malos tiempos para su oficio y es muy probable que dentro de unos años él y sus compañeros sean una especie en extinción. «Agora xa está todo informatizado e case que non fai falla nin ir polo faro, basta con ter un ordenador portátil», explica Juan José, que junto con Cristina Fernández Pasantes se ocupa del mítico faro Vilán, en Camariñas, una imponente torre de 25 metros de altura a la que Dios Canosa llegó en 1993, después de ocuparse de otras famosas luminarias de la Costa da Morte.

Juan José se hizo farero animado por el recordado Jesús Alonso Ballester, quien le empujó a presentarse a las oposiciones que se celebraron en Madrid en 1979. «Aquel ano fomos aló moitos de Camariñas», recuerda. Aprobó y su primer destino, en el que estuvo un año fue cabo Prior. Después, las islas Sisargas, en Malpica. «Ese foi un destino que pedín eu e non houbo problema ningún, porque as illas eran os lugares máis duros, así que case ninguén o pedía», recuerda. Asegura que su estancia en las Sisargas (estuvo allí 14 años) fue inolvidable. En todos los sentidos. En el bueno porque en verano se llevaba allá a la familia, así que eran como unas vacaciones de ensueño, pero los inviernos (hacían turnos de diez días de trabajo seguidos), podían llegar a ser interminables. Literalmente. «Cando había temporal era moi difícil chegar á illa, pero moito máis saír, así que máis dunha vez tocoume estar alí más do que tiña que estar, porque levar, levánbanme en helicóptero, pero nunca me foron buscar polo aire por moito que o pedín», recuerda Juan José entre risas.

El mal tiempo alargó sus estancias en los islotes hasta un mes, pero él confiesa que la soledad jamás le dio miedo. Al contrario. Aprovechaba para pescar, cazar o simplemente ver la tele, sabiendo que después de los duros turnos llegarían los días libres para estar con la familia. «Era un traballo moi duro, pero tamén moi cómodo e o imporante é que sempre me gustou moito», cuenta el farero de Vilán. Llegó a la torre de Camariñas en 1994, meses después de que una nueva ley de costas hiciese que muchos los técnicos de señales marítimas se convirtiesen en personal laboral. «Quedaron moitas prazas libres e entre elas a de Vilán, así que pedín o cambio». Conocía a Jesús Alonso y a su esposa Cristina Fernández, con los que, cuenta, siempre ha trabajado muy a gusto. «Foi un bo cambio, porque xa podía estar na casa, en terra, e xa non quedaba aislado no faro aínda que houbera moito temporal», recuerda Juan José, quien asegura que el momento más duro de los últimos años fue el naufragio del Prestige. «Foi incríble ver como estaba a costa toda chea de chapapote e o moito que loitou Jesús naquela época. Afortunadamente chegaron os voluntarios, porque sen eles non se podería ter limpado todo», rememora al tiempo que cruza los dedos para que no vuelva a ocurrir nada parecido. Y eso que por delante, hasta la jubilación, todavía le quedan nueve años de trabajo. «Ou once, que igual me pilla o dos 67», dice con resignación.

Bicicletas

En 1984 el director Jaime Chávarri adaptó al cine la obra de Fernando Fernán Gómez Las bicicletas son para el verano y desde entonces la frase en cuestión ha quedado grabada en el subconsciente de muchos. La excusa perfecta de otros para no pedalear durante el invierno, pero ya va siendo hora de que interioricemos que las bicis son para todo el año. Solo es cuestión de querer mantenerse en forma y de disfrutar del paisaje sobre dos ruedas. Ahora, además, hay auténticas joyas, como las que pueden encontrarse en Ciclos Quintela, un comercio recién abierto en la calle Río Miño de Carballo y con más de 30 años de experiencia en A Coruña. Al frente, dispuestos a aconsejar a los novatos en esto del ciclismo, están cinco grandes aficionados al deporte, Pedro Dapena, Eliseo Mosteiro, Manuel Dapena, Alejandro Mesías y Pablo Gómez. Y ya saben, cambien el chip: las bicicletas son para el verano, y para el otoño, y para el invierno, y para la primavera.

Lucha contra el cáncer

Lo que también deberíamos tener presente durante todo el año es la necesidad de apoyar el gran trabajo que realizan las juntas locales de la Asociación de Lucha contra el Cáncer, cuyas responsables siempre están ideando iniciativas para recaudar fondos, como el festival folk de Cabana, que fue todo un éxito. Allí, pendientes de todo, estuvieron mujeres como Ana Casais, Julia Blanco, Marina Beizana, Pilar Insua o muchas otras (ellas son mayoría en las juntas locales), que jamás pierden la esperanza. Por fortuna hay mucha gente que les apoya, como los doctores Fernando Cachafeiro, Manuel Ramos, Alfonso Mariño o Aurelio Núñez. Grandes equipos.