Dos cumpleaños con mucha historia

FIRMAS

MIGUEL VILLAR

16 ago 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

No se conocen de nada, pero María Hortas Fernández y Modesto Rodríguez Cid tienen mucho en común. La primera coincidencia es su longevidad -ella cumplió ayer 104, él llega hoy a centenario-, que ambos disfrutan con una salud, una memoria y un sentido del humor envidiables. Cuando se les pregunta por el secreto de esa larga existencia ambos coinciden en dos cosas: «comer de todo e moverse moito».

Ambos han vivido prácticamente siempre en el rural ourensano. Ella pasó una corta temporada en Madrid, donde aprendió a coser, lo que le sirvió después para ejercer de costurera «para axudar á casa, porque eran cinco fillos», cuenta. Nació en Entrimo y tuvo que desmontar su hogar en varias ocasiones. Su marido fue Guardia Civil y los traslados eran constantes «así que metía todo nun carro de vacas para baixalo a carretera, onde pasaban os bultos á unha camioneta». Recuerda que en uno de esos destinos «había que andar dúas horas para chegar ó coche de linea».

Modesto también vivió una temporada fuera -en Zaragoza en la época de la Guerra Civil- y, al igual que María, su vida no fue un camino de rosas. A los 12 años recorría a pie la provincia, e incluso salía a otras zonas de Galicia y de Portugal, moviendo ganado entre las ferias con un tratante de O Carballiño. De esa etapa tiene cientos de anécdotas. Se dedicó después a la agricultura y tuvo con su mujer una pequeña tienda en su casa de Piñor (Barbadás). De ella salió hace cuatro años para la residencia de Geriatros, aunque al principio solo para comer, cenar y dormir -«viña por non perder á habitación que escollín», bromea- y el resto del día seguía atendiendo su huerta y a sus animales. Mañana su familia se reunirá allí con él para celebrar su cumpleaños. La de María lo hizo ayer, aprovechando también las bodas de oro de su hija Mely con su yerno Eloi.