Por sus piscinas

FIRMAS

29 jun 2012 . Actualizado a las 11:34 h.

Vivimos en «tiempo de canallas», como tituló la escritora estadounidense Lillian Hellman la América del Macarthismo. Allí la gente traicionaba su honestidad para salvarse de la caza de brujas. Estrellas de Hollywood como Gary Cooper, Elia Kazan o Walt Disney vendieron a sus amigos. Para nada les importó el descrédito, que aún pervive hoy. Como dijo Orson Welles, aquellos tipos se comportaron vilmente, no bajo una amenaza de cárcel, miseria o muerte, «sino solo para salvar sus piscinas».

Aquellos villanos de ayer me recuerdan a los de hoy. Gente como Carlos Dívar y sus lujosos viajes a Marbella pagados con dinero público. Embebido de vanidad, es incapaz de reconocer su propia culpa. Y sigue insistiendo en lo indefendible, después de vender su alma a cambio de un spa.

Otro tanto sucede con los directivos financieros que, como el capitán del Costa Concordia, saltaron del barco cuando la cosa se puso fea. No sin antes tomar las joyas de la caja fuerte. Imputados ahora por administración desleal y apropiación indebida, los responsables de las cajas, quienes llevaron el barco hasta la quiebra, estarán ahora en sus casas, contando los millones, todos llenos de razón. Poco parecen importarles los 43.000 gallegos, ciudadanos del común, a quienes dejaron en la ruina con las participaciones preferentes. Tampoco todas las empresas y economías domésticas que se han ido al tacho tras su gestión. Menos, los cinco desahucios diarios que se producen en Galicia por no poder pagar la hipoteca.

Durante el Macarthismo, fue retirada de todas las bibliotecas de EEUU la novela Robin Hood. Resultaba «subversiva». Hoy, triunfa el Sheriff de Nottingham, robando al pueblo para dárselo a los ricos. Vendiendo su honor por conservar sus piscinas. Es el signo de este «tiempo de canallas».

eduardorolland@hotmail.com