Todavía quedan farmacéuticos expertos en fórmulas magistrales, que llenan el hueco que no cubren los laboratorios.
18 abr 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Estanterías de madera oscura. Tarros de porcelana y cristal. Letreros impresos con letra antigua, de caligrafía. Nada más cruzar la puerta de la Farmacia Villar, en A Coruña, el olfato percibe un olor a esas boticas de antes. Como a una especie de esencia de sándalo. No hay muebles de diseño blanco, como en los establecimientos modernos. Hay cajones grandes, recuerdos de otro tiempo y una báscula de aguja que, después de décadas, todavía continúa funcionando. Hasta se ha adaptado al euro.
Por algo esta es la farmacia más antigua de A Coruña, seis generaciones de titulados que han visto como, al mismo tiempo que la ciencia iba avanzando, también las estanterías empezaban a llenarse poco a poco de nuevos productos. Pero aunque la industria ha progresado rauda como un rayo, existen remedios que, debido a su escasa demanda, no están en el catálogo de las grandes farmacéuticas. Por eso aquí nunca han dejado de fabricar, en sus cerca de doscientos años de historia, esas fórmulas magistrales capaces de elaborar medicamentos a medida. Como un sastre antiguo.
Alberto Villar pertenece a la quinta generación de farmacéuticos de esta botica. Lleva más de cuarenta años mezclando un producto de aquí y otro de allá, como los viejos alquimistas. «Esto ha cambiado mucho. Sobre todo porque antes los ingredientes que había eran muchos menos. La mayoría venían del extranjero. Francia, Alemania... llegaban en barco a A Coruña», recuerda.
Ahora estos son más, aunque la base principal sea igualmente la vaselina salicílica. Y ya no hay que pedir los elementos al extranjero. Los hay aquí.
Todas estas historias las cuenta desde detrás del pequeño mostrador donde se recogen los encargos. Lo hace al mismo tiempo que prepara una loción para infecciones de la piel.
Buena parte de los remedios que se piden llegan por prescripción médica. También pueden hacerlo particulares, pero cada cual ha de saber qué es lo que quiere y en qué cantidades y proporción.
«Acostumbran a hacerse para problemas estomacales de recién nacidos, hay muchas que son para infecciones de la piel...», explica. Aunque también hay encargos para hacer supositorios, óvulos femeninos para curar infecciones o los más diversos productos cutáneos.
-¿Y cremas, no hacen?
-Productos cosméticos no.
Pero por afición elaboran alguna colonia.
-Las hago para disfrutar. Aquí tengo una unisex.
-Puede llamarle Alberto Villar.
Los compuestos los guarda en varias decenas de frascos de porcelana y cristal que hay detrás del mostrador. Justo al lado del pequeño laboratorio en el que están viejos instrumentos para remedios con otros más modernos que han renovado procesos comunes como el de batir, a mano, cual mayonesa, alguna que otra crema. Y hay también varios tubos de ensayo, una pequeña cocina de butano con hornillos y potas de porcelana marrón, envases, esencias para hacer perfume, una nevera, una batidora de imán.. Los que más han mudado de aspecto son los envases.
«Antes no había plástico -explica- y había que utilizar otros materiales como la madera, y ahora hay botes que hasta vienen con dispensador». Porque los nuevos tiempos y la comodidad de uso han llegado a estos remedios de botica.
EN A Coruña UN Jueves DE 16.00 a 18.00 horas