Una pasión nacida entre caballos

Pablo Portabales
pablo portabales REDACCIÓN / LA VOZ

FIRMAS

Marta Ortega mejoró mucho como amazona tras conocer a Sergio

15 feb 2012 . Actualizado a las 21:06 h.

Es difícil, casi imposible, que Marta Ortega hubiese encontrado novio fuera de los ambientes hípicos. Todos los chicos con los que se le relacionó en los últimos años tenían en común la pasión por los caballos. Un deporte elitista, inaccesible para la mayoría de ciudadanos, al que además es preciso dedicar muchas horas, contando los entrenamientos y las interminables competiciones en las que hay muchas horas muertas entre prueba y prueba.

En uno de esos descansos fue cuando saltó la chispa de San Valentín. Fue en Gijón, Asturias, la tierra natal de Sergio Álvarez Moya, donde estos dos jinetes que ya se conocían desde que les tenían que ayudar a subir al equino, se dieron cuenta que sentían otra pasión común, además de la de los caballos. Ocurrió hace tres años y dentro de una semana culminarán la historia de amor con el «sí, quiero», en A Coruña.

Decía que imaginar a Marta casada con un hombre que no supiese llevar las riendas de un pura sangre es algo casi imposible porque su círculo de amistades se circunscribe a ese mundo. Su afición llevó a su padre a construir un complejo hípico, el de Casas Novas, en Arteixo, que es una referencia a nivel mundial. Este centro se convirtió en el epicentro de la familia Ortega en los últimos años. El lugar donde por primera vez Amancio Ortega se dejó ver y fotografiar y donde más fotos hay de Marta, siempre vestida con las botas de montar. En Casas Novas los Ortega están relajados y a la vista de la gente.

Sobre todo, muy normales

Hay algo que hace diferente a la pareja, y quizá sea la afinidad que más les ha unido: no son el prototipo de jinete-pijo o amazona-pija. Son normales.

Marta galopa como amateur dentro del circuito profesional internacional, y es muy buena. Sergio es el mejor. No hay duda. «Todo lo que se diga de él a lomos de un caballo es poco», sostiene una persona que lo sigue todas las semanas. Y todo al margen de su relación con Marta, porque los ejemplares que monta son los suyos, no los que les pudiese haber proporcionado el futuro suegro. Campeón de España, es el mejor del país y está situado en el top 20 internacional, algo que casi nadie ha conseguido en la hípica española.

«Si te fijas en el ránking mundial no hay ningún español, y tampoco lo son los caballos que montan. Hoy por hoy estamos muy lejos de Europa», comentaba hace poco Sergio en una entrevista. Dicen que cuando tenía 10 años, el chico que se casará dentro de una semana con la hija de uno de los hombres más ricos del mundo comentó en un concurso hípico en su tierra natal: «Apostad por mí, que lo voy a ganar todo». Cumplió sin duda con el pronóstico.

Marta, como amazona, ha tenido acceso a los mejores caballos, que no siempre son sinónimo de victoria. Fíjense que a pesar de que en el circuito internacional solo saltan los mejores, que suelen ser siempre los mismos, se convierte en noticia el hecho de que un jinete sea capaz de ganar dos pruebas seguidas.

«Es sin duda el deporte más difícil de todos porque es preciso que coincida que el mismo día y a la misma hora estén bien el caballo y el jinete que lo monta», apunta un experto.

Desde que conoció a Sergio todos coinciden en señalar que Marta ha mejorado mucho. Ella compagina los saltos con su trabajo en Inditex. Su futuro esposo es un profesional de la hípica que se preparó a conciencia en Holanda, entre otros países, y que forma parte del equipo español con su caballo Wisconsin. Lo de estos prometidos es pasión por y entre caballos.