No se caracteriza el Obradoiro por la agilidad a la hora de tomar decisiones. Pero si ese celo redunda en beneficio de la consolidación del proyecto, que sea bienvenido. Porque, por odiosas que puedan ser las comparaciones, producen cierto pudor las palabras de ayer del presidente del Valladolid, tras la destitución de Luis Casimiro, reconociendo que el club no está al día en los pagos y que el entrenador que se haga cargo de la nave pucelana debe saber donde se mete. Y eso después de salir en diciembre de un proceso concursal y de fichar a Hernández Sonseca, Samo Udrih y Borchartd.
Hace uno días, el vicepresidente del club santiagués, José Ramón García, apuntaba que el futuro debe pasar por estructurar la entidad y la economía sobre la base de sus más de cuatro millares de seguidores incondicionales. Y si ese desafío se puede acometer al abrigo de la ACB, miel sobre hojuelas porque no hay color entre la Liga Endesa y la LEB.
Todo apunta a que, llegado el caso, el Obradoiro intentaría buscar un cambio de inercia jugándoselo todo a una carta. Eso es lo que debe decidir esta noche, si desecha hacer cambios o está en disposición de entrar en el mercado.
En el segundo de los supuestos, parece poco probable que esta semana pudiese haber movimientos. Y si los resultados de la siguiente jornada fuesen propicios, podría ganar algunos días más, porque llega el paréntesis de la Copa.
En todo caso, lo más importante es despejar incógnitas y tener claro el plan de ruta. Y lo primero es saber si hay dinero e intención de fichar, más que por las urgencias porque conviene que la escopeta esté cargada por si se pone a tiro alguna pieza de caza mayor o por si hay que disparar.