Ramón Sainero: «El legado celta es fundamental para poder comprender el alma de Europa»

Ramón Loureiro Calvo
RAMÓN LOUREIRO FERROL / LA VOZ

ORTIGUEIRA

Sainero, en Ferrol, ciudad por la que siente un especial afecto
Sainero, en Ferrol, ciudad por la que siente un especial afecto Ramón Loureiro

Su nuevo libro. en parte escrito en Ortigueira, viaja a las raíces de la literatura

23 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Ramón Sainero (Madrid, 1944) es uno de los grandes conocedores de las raíces celtas que habitan, y enriquecen, los más diferentes ámbitos (literatura oral y escrita, folklore, artes plásticas, intervención en el paisaje, creencias...) de la cultura europea. Aunque sigue residiendo en Madrid, y viaja por todo el mundo participando en encuentros de investigadores e impartiendo conferencias, siempre pasa varios meses al año en su casa de Ortigueira. Ahora se dispone a publicar un nuevo libro, La literatura celta de España, que verá la luz en los próximos días. Un ensayo con el que viene a dar un paso más en su afán por demostrar que tanto en las cantigas de amor de la lírica galaico-portuguesa como en las jarchas anida un sustrato común, cuyo origen se remonta al tiempo en el que los celtas, esencialmente a través del universo de sus druidas, crearon una lírica que no llegaría a recogerse por escrito hasta los tiempos en los que, tras la cristianización impulsada por San Patricio, la vieja Irlanda se llenó de monasterios, y por tanto de bibliotecas y de copistas. Ya adelanta que «va a ser un libro muy polémico», que «sentará mal a sectores muy amplios de la comunidad académica».

-¿Le preocupa eso?

-Ni lo más mínimo. En toda una vida dedicada a la investigación he ido demostrando, libro tras libro, que cuanto digo es cierto. Yo hablo con datos. Pero hay quien se empeña en cerrar los ojos.

-¿Ante qué?

-Ante el hecho de que el legado celta es fundamental para poder comprender el alma de Europa.

«Los políticos, en su mayoría, desprecian la cultura con todas sus fuerzas»

Afirma Ramón Sainero que «vivimos un tiempo en el que se ha puesto de moda darle la espalda a la cultura». «En estos momentos -lamenta el investigador-, entre los políticos españoles lo habitual no es valorar el conocimiento, ni la ciencia, ni el arte. Lo que les gusta es despreciar todo lo que nos ha permitido viajar juntos a través de la historia. Hoy los políticos de nuestro país, en su inmensa mayoría -recalca Sainero-, desprecian la cultura con todas sus fuerzas».

-Y en su opinión, ¿por qué sucede esto?

-Bueno, no hay una única razón. Vivimos una etapa de la historia muy extraña. Antes se veneraba la sabiduría. Pero hoy se la ve como un estigma. Da igual que se trate del gobierno de una nación o de un ayuntamiento: lo acostumbrado es poner al frente del departamento de Cultura a cualquiera, porque en el fondo su misión será no hacer nada. Todo esto es terrible. El desprecio, entre los políticos, ya se extiende ahora hacia todo lo que tenga que ver con la educación. Mire, ¿quiere saber qué pienso...?

-Naturalmente.

-Yo creo que hay mucha gente en la política que llega a los cargos públicos sin ningún tipo de bagaje, habiendo hecho una aportación a la sociedad totalmente nula, y teme que se le haga sombra. Por eso odian a los académicos, a los escritores y a los científicos. Y eso es muy peligroso, porque además el populismo contagia eso a mucha gente.

 «Hay un camino mágico que va hasta San Andrés de Teixido y Compostela»

«Hay un camino mágico -afirma Ramón Sainero- que atraviesa Europa hasta San Andrés de Teixido y Santiago de Compostela. Un camino que también hunde sus raíces en la antigüedad y en lo que nuestros antepasados veneraban ya mucho antes de la llegada del Cristianismo».

-Cuando está usted en Galicia, ¿vuelve a Teixido con frecuencia?

-Últimamente no. Teixido tiene para mí un significado muy profundo, pero ahora cuando llego allí veo que el turismo de masas lo ha ido privando, poco a poco, de su esencia. De todas formas, para mí la importancia de San Andrés sigue siendo la de siempre. Es la puerta entre dos mundos. Pero últimamente más que visitar el pueblo lo que procuro hacer es prestarles más atención a los vestigios prehistóricos que tiene a su alrededor.

-En su faceta de traductor, usted desempeñó un papel fundamental a la hora de dar a conocer a los lectores en lengua española algunas de las páginas más importantes de la literatura irlandesa escrita en lengua gaélica. ¿Sigue siendo pesimista con respecto al futuro de la lengua celta de los irlandeses?

-El gaélico irlandés tiene cada vez menos hablantes. Y cuando digo hablantes, me refiero a personas que lo hablan de forma habitual. Ahora ya no son ni el tres por ciento de la población de Irlanda. Es triste, pero es la realidad. Lo cierto, y quién puede criticar eso, es que la gente quiere, para sus hijos, los idiomas que les van a ser útiles para abrirse camino en la vida. Y los irlandeses desean que el gaélico sobreviva... pero han dejado de hablarlo.

-Y a la lengua gallega, ¿qué futuro le aguarda?

-La situación del gallego es distinta. Es la lengua de mucha gente. Hoy, con respecto al gallego, yo ya soy optimista.