Ferrolterra

Manuel Couce DESDE LA ALAMEDA

NARÓN

08 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Estos días se ha vuelto a la carga con la fusión de Ferrol-Narón y creo que la forma correcta en que debe considerarse esta vieja demanda, que sin duda es una esperanza de progreso, es partiendo de la realidad unitaria, dejando a un lado divisiones y antagonismos, pues estos dos municipios, querámoslo o no, son dos pueblos separados por una línea, pero por encima están los vínculos espirituales que unen a sus gentes, hermanadas por el ayer y por el futuro. Por eso merece la pena que se inicie una política de acercamiento entre las respectivas autoridades para allanar el recorrido antes de llegar a acuerdos preliminares que pongan fin a esta soterrada y vieja discordia. En la fusión de municipios las razones convencen, aunque no seducen a todos, pero es una recomendación del Gobierno central, y aparte de las bondades del progreso y de los beneficios económicos, el patrimonio resultante nos abriría las posibilidades de disfrutar de una gran ciudad. Con su Universidad, departamento marítimo, gran polígono industrial, la Carretera de Castilla sería la Gran Avenida, etcétera.

En la fusión de los municipios tenemos un antecedente cercano, de corto recorrido, que contó con imaginación y el buen hacer del presidente de la Diputación, Diego Calvo. Me refiero a la fusión Oza-Cesuras. Los vecinos de esa resultante tienen hoy una visión más optimista de su futuro. Por otro lado, merece la pena recordar esa encíclica que dice: el deber de solidaridad de las personas es también el de los pueblos. No puede ningún pueblo pretender reservar sus propiedades para uso exclusivo. Estas palabras recogidas en un concilio romano nos esclarecen una visión optimista del tema que nos ocupa. La unión de Ferrol y Narón, con una personalidad histórica que la justifica, no debe situarse en el terreno de las utopías, pues la razón, el sentido común y la buena voluntad de las gentes estoy por asegurar que tarde o temprano traerán el acuerdo.

Aquí solo hace falta que, sin excesos partidistas y a quien corresponda, y sabemos quien es, use la inteligencia práctica y la conciencia de la realidad, se pongan manos a la obra y desarrollen un buen trabajo. Y democráticamente, los ferrolanos y naroneses, ciudadanos de esta pequeña parte de Ferrolterra, digan la última palabra. Porque lo que concierne a todos por todos debe ser aprobado.