El hospital en la sala de estar: «Cando estás enfermo, o que queres é estar na casa»

BEATRIZ ANTÓN FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

Dos enfermeras del HADO, atendiendo a José María, paciente de 79 años, en la sala de estar de su casa
Dos enfermeras del HADO, atendiendo a José María, paciente de 79 años, en la sala de estar de su casa José Pardo

El servicio de hospitalización a domicilio del CHUF comenzó con solo tres sanitarias y ahora cuenta ya con diez profesionales que atienden al año a 350 pacientes

09 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

A José María nunca le gustó ir al médico ni visitar hospitales. «Trabajó muchos años en los astilleros, pero jamás se cogió una baja», cuenta su hijo. Los médicos y José María eran algo así como el agua y el aceite, pero todo cambió cuando conoció a Eva Regueira. Desde hace ya más de un año, junto a una enfermera, esta médica del CHUF obra el milagro de «trasladar» el hospital al piso de José María, donde este paciente de 79 años, rodeado del cariño de los suyos, recibe atención para controlar sus constantes vitales, vigilar su patología de hígado y someterse a extracciones del líquido peritoneal cuando se le hincha mucho la barriga. «Antes había que hacérselas cada diez días, pero ahora va muy bien, la última fue el 1 de marzo», apunta Regueira, que ya casi es como de la familia. «A mín non me gusta nada ir ao hospital, pero que veñan elas a casa si. Son marabillosas. Cando estás enfermo, o que queres é estar na casa, coa familia», dice José María sentado en el sillón de su salita de estar. «Antes era todo más complicado, porque mi padre tiene poca movilidad y no le gustan los hospitales. Con la hospitalización a domicilio todo es más cómodo y además aquí pueden venir a verlo nuestros familiares, la casa se llena por las tardes», valora su hijo.

Miembros del servicio de hospitalización a domiclio (HADO), con uno de sus coches, en el Hospital Naval de Ferrol
Miembros del servicio de hospitalización a domiclio (HADO), con uno de sus coches, en el Hospital Naval de Ferrol José Pardo

Como José María, entre 300 y 350 pacientes del Área Sanitaria de Ferrol convalecen al año en sus propias casa, como si estuviesen en el hospital, de la mano del servicio de hospitalización a domicilio (HADO). Se trata de una alternativa al ingreso convencional, muy cercana y humana, que en la comarca comenzó a funcionar en el año 2000 con un equipo de tres sanitarias y ahora cuenta ya con diez profesionales: los médicos Carmen Carballada, Marcos Montero y Eva Regueira; las enfermeras Ángeles Mera, Rocío Rodríguez, Patricia Vidal, Susana Cenalmor, Vanesa Orjales y Eva Pernas; y la supervisora de enfermería, Montserrat Pena. Distribuidos en varios equipos (cuatro por la mañana y uno por la tarde), estos sanitarios visitan a una media de entre 15 y 20 enfermos cada día y su ámbito de acción abarca Ferrol, Narón, Fene, Neda, Ares, Mugardos, Cabanas y Pontedeume.

El HADO atiende a enfermos terminales que requieren cuidados paliativos, pacientes crónicos con reagudizaciones frecuentes y otros que se encuentran en «procesos puntuales» y precisan curas complejas o recibir antibióticos por vía intravenosa. La mayoría son personas mayores y algunos se encuentran en los últimos días de su vida. «Eso es lo más duro, porque, al verlos en sus casas y conocer a sus familias, se crea un vínculo emocional más fuerte. Nosotros intentamos mejorar su calidad de vida y priorizamos ante todo el comfort del paciente», señala Eva Regueira.

José María, este miércoles con las sanitarias del HADO en su casa
José María, este miércoles con las sanitarias del HADO en su casa José Pardo

¿Qué beneficios les reporta a estos enfermos pasar la convalecencia en casa? «Por muy bien que esté la habitación de un hospital, no hay nada comparado a estar en tu propia casa, rodeado de tus seres queridos. Es algo que no tiene precio», responde Susana, enfermera del HADO. Además, el paciente no pierde funcionalidad ni sus rutinas y se evita el «síndrome confusional o delirum que a veces padecen las personas mayores al ingresar en el hospital», añade el médico Marcos Montero.

Los pacientes del HADO deben contar con el apoyo de un familiar o cuidador principal, que recibe educación sanitaria para saber cómo atenderlos o detectar signos de alarma. «Ellos son nuestros ojos, oídos y manos cuando no estamos y la verdad es que hacen un trabajo admirable porque aprenden a hacer de todo, desde cómo mover a un paciente para que no sufra úlceras hasta hacer una cura o lavar las vías de los antibióticos», apunta Vanesa, otra de las enfermeras. Todos los profesionales se sienten realizados con su trabajo en el HADO por la cercanía, el trato humano y el vínculo emocional con el paciente. Y coinciden sin fisuras al señalar el principal puntal del servicio. «Nuestro gran valor es el trabajo en equipo», recalca Eva Regueira.