De empleada a emprendedora para dar nueva vida a un local que es un «sueño», La Cochera

FERROL CIUDAD

César Toimil

Tras casi 30 años trabajando por cuenta ajena, Berta Picallo ha decidido ser su propia jefa y en marzo reabrirá junto a su pareja el histórico mesón

18 feb 2024 . Actualizado a las 14:05 h.

Berta Picallo confiesa que le cuestan mucho los cambios, pero también sabe que hay trenes que solo pasan una vez en la vida y no se pueden dejar escapar. Esa especie de flechazo fue lo que le ocurrió a ella con La Cochera. El histórico mesón de la parroquia ferrolana de Esmelle se cruzó en su camino y no lo pudo dejar marchar. Tras más de 80 años de trayectoria, el establecimiento bajó la persiana la pasada primavera y hace unas pocas semanas un amigo, responsable de la pensión que funciona en el mismo edificio de La Cochera, le habló a Berta de la posibilidad de alquilarlo. «Fui a hablar con los propietarios y ese mismo día les dije: ‘es para mí’. Siempre me encantó este mesón, me parece un sueño, así que no me lo pensé dos veces. A menudo paraba allí a tomar el aperitivo, pero nunca imaginé que algún día lo podría llevar yo», comenta ilusionada.

Berta se embarca en esta aventura emprendedora junto con su pareja, Luis Taboada. Y con ella dirá adiós a casi 30 años trabajando en el sector hostelero por cuenta ajena. «Empecé la carrera de Derecho, pero no me gustaba nada, así que a los 18 años me puse a trabajar en hostelería y ya no paré», relata Berta, que ahora tiene 45.

Sus primeros pinitos como camarera tuvieron como escenario el Bar Zurich de A Gándara. De ahí saltó a El Marqués de Amboage y después siguió haciendo callo en el Café Wagon y el Forum Celticum de A Coruña. Tras esa etapa, se mudó a Asturias, donde trabajó en el Hotel Barceló de Oviedo (tanto en cocinas como en sala) y también en el restaurante de Koldo Miranda en Avilés, con una estrella Michelín. Fueron más de diez los años que se pasó en la vecina Asturias, y luego, ya de vuelta en Ferrol, desembarcó en el Nautic de A Graña, donde durante siete años trabajó a las órdenes de Ana Vilariño. «Yo estaba feliz en el Nautic, no pensaba dejarlo, pero al surgir la oportunidad de La Cochera me decidí salir de mi zona de confort y arriesgar. ¿Que si me da miedo emprender? Claro que sí, da vértigo, pero el sitio nos gusta tanto que vale la pena lanzarse. Ahora era el momento».

«Cocina de la abuela»

Berta asegura que «por supuesto» el mesón conservará su nombre original, «porque es un referente ya no solo en Esmelle y Covas, sino en Ferrol» y también se mantendrá fiel a la cocina que le dio fama en sus orígenes. «Vamos a hacer cocina casera, de la abuela, que es la más nos gusta y a la que mí se me da mejor», anuncia la hostelera.

La reapertura está prevista para mediados del próximo mes de marzo. Y entonces, los visitantes que acudan a La Cochera podrán disfrutar de una carta en la que no faltarán platos de cuchara y de toda la vida como caldo gallego o callos, manjares tradicionales como jibia en salsa, carne asada, chipirones o raxo y «tortillas a dolor». «Las vamos a hacer de todo lo que se nos ocurra: de chistorra, chorizo, grelos, campesina...», anuncia Berta. Además, hará un guiño a su etapa asturiana y también incluirá en la carta dos referentes de la comunidad «prima hermana»: fabada y sidra de escanciar.

En cuanto a la estética del local, Berta y Luis han apostado por mantener la piedra de las paredes, «que es preciosa», y darle un pequeño lavado de cara al local para imprimirle su «toque personal». «De las paredes colgaremos imágenes de los paisajes y playas tan bonitas que tenemos en Ferrol, que son obra del fotógrago Eloy Taboada, primo de Luis», desvela Berta. Y en verano, con la llegada del buen tiempo, sacarán las mesas a la zona ajardinada de la finca para disfrutar del sol. «Queremos que todo el mundo se sienta a gusto y sea bienvenido».

Un establecimiento que inició su andadura en 1938 como tienda-bar

Berta Picallo asegura que es toda una «responsabilidad» ponerse al frente de un local «tan emblemático» y con tanta historia como La Cochera. Su propietaria, Mucha del Río, recuerda que abrió sus puertas a finales de los años 30 como tienda-bar y se bautizó así porque a principios del siglo XX la carretera de Ferrol finalizaba allí y era el lugar donde aparcaban los vehículos (el vial no llegaría hasta Cabo Prior hasta 1928). Desde su apertura, hace ya más de 80 años, ha sido punto de encuentro no solo de «esmudienses» y «cobicheiros», sino de varias generaciones de ferrolanos y veraneantes.