Ocho pioneros de la comarca en la universidad de la ilusión

Bea Abelairas
Bea abelairas FERROL / LA VOZ

FERROL CIUDAD

Los universitarios de Teima, en el campus
Los universitarios de Teima, en el campus CESAR TOIMIL

Algunos se levantan antes de las cinco para no faltar al primer ciclo creado en la UDC para estudiantes con discapacidad

13 dic 2022 . Actualizado a las 14:18 h.

Martín Castro es el que más madruga. A las cinco menos cuatro suena su despertador y por delante le queda más de un kilómetro caminando desde su casa de Andrade a la parada. Después, varios buses más. Todo para entrar en su clase de la universidad a las nueve, junto con sus siete compañeros de la comarca de Ferrol. A todos los conoce de las actividades que comparten en Teima Down Ferrol, una entidad que hace lo posible para facilitar la inclusión de personas con discapacidad.

El madrugón de Martín se suma a muchos otros esfuerzos, porque algunas de las familias de estos jóvenes incluso se han mudado para no dejar pasar la oportunidad de que sus hijos pasen por la universidad.

En el campus coruñés cursan un programa de dos años que se denomina Espazo compartido y en el que hay 17 matriculados que durante dos cursos irán formándose con docentes de diferentes carreras. «De Ferrol somos ocho y vamos todos los días, como llegues un minuto tarde no puedes entrar, así que bien podrían poner en el campus de aquí estos estudios», clama José Álvarez, que se está sacando el carné y tiene planes para alquilar una casa en A Coruña pronto.

Martes de quedada

Los martes comen en el comedor universitario de Esteiro y es ahí donde sueltan las alegrías o las frustraciones de la semana. Curiosamente hablan más del transporte que de las huellas que la discapacidad deja en su día a día. «Después de todo lo que pasó con los buses, que nunca sabíamos si iban a llegar, pues ahora cuando tenemos que hacer algo en A Coruña, nadie nos ayuda, es más nos dicen que nos van a esperar y después no lo hacen, algo que es mucho peor», explica Virginia González mientras sus compañeros asienten. Son casi las cuatro de la tarde y ya han completado una jornada de cinco horas de clase en la que no siempre encuentran la empatía que necesitan en sus profesores. Aún así, se sienten encantados con la posibilidad de saber que han llegado a la universidad, igual que sus hermanos o padres.

CESAR TOIMIL

«Quise ser cocinera y me decían que me alejase del cuchillo, que nada de cortar»

«A mí me gustaría ser secretaria, como cuando hice las prácticas en una gestoría de Fene», desea Alba Otero, que vive en Ferrol precisamente para poder acudir a este programa. Precisamente por ello su familia se mudó, ya que en As Pontes, donde vivían antes, las combinaciones no eran posibles para acceder a unos estudios en el que cuentan con apoyos de Teima, pero que deben desarrollar ellos solos.

Mar Vidal tiene un hermano que la invitaba a su piso de estudiante. «Cuando se fue de casa me puse tan triste que le quitaba la ropa de la maleta, pero cuando me llevó a su piso de estudiante ya me di cuenta de que quería hacerlo yo también», cuenta esta veinteañera en el comedor universitario de Esteiro, donde muchas veces hace planes con sus compañeros de curso para independizarse. No es la primera vez que lo intenta: «Estuve un año trabajando en una hamburguesería de esas que están cerca de los grandes centros comerciales y también quise estudiar cocina en la FP de un instituto, pero no pudo ser, a veces cuando tienes discapacidad te tratan mal», cuenta sobre un recuerdo que le quita su sonrisa durante un minuto. El tiempo justo para denunciar que a veces son los demás los no están preparados: «Quise ser cocinera y me decían que me alejase del cuchillo, que nada de cortar, porque podía haber un accidente», recuerda más triste que dolida.

El paternalismo mal entendido es, junto a los problemas del transporte, otro de los temas que siempre azota a este grupo de universitarios: «A veces la sociedad es inflexible con ellos y otras los tutela hasta arrinconarlos», se queja Susana, la responsable de Teima que los escucha y ayuda. A Jaime Gutiérrez este trimestre no le gustan las asignaturas, pero está muy contento de que lo bien que le salieron las oposiciones hace unos días en Madrid. «Para ser ordenanza, aunque yo querría ser fotógrafo, pero he sacado un ocho», dice. A su lado Jorge Leire calla pensativo y sonríe: aún le queda un año más de universitario.