¿El autobús tampoco?

Andrés Vellón Graña
Andrés Vellón CRÓNICA CIUDADANA

FERROL CIUDAD

09 feb 2016 . Actualizado a las 12:01 h.

Uno se acuerda cuando el autobús entre Ferrol y Cedeira, la línea de toda la vida, marchaba hasta los topes y había que ir un buen trecho de pie a la espera de asiento -las normas viarias no eran las que son-. No había tarjetas monedero ni lindezas de esa clase. Pero había un buen servicio, con frecuencias adecuadas a las necesidades de la población. Y el autocar se usaba para ir al trabajo, al instituto, de compras... A uno se le pasa por la memoria, también, la comodidad del autobús de ciudades como San Sebastián. Vehículos continuos que trenzan todo el centro. Información en tiempo real sobre el escaso lapso de espera en la marquesina. Son un par de pinceladas, nada más, para comprobar que las posibilidades de movilidad colectiva se utilizan, y mucho, si son las adecuadas.

De las mejoras de la malla ferroviaria Ferrol-A Coruña, parece, nos podemos ir olvidando otra vez, aunque las carencias sean sangrantes y las reclamaciones legítimas. Pero estamos demasiado esquinados y no somos los suficientes para que se escuche lo que se exige. Pero... ¿El autobús tampoco? La conexión interna de Ferrol es a día de hoy pésima. Los enlaces de la cabecera de comarca con otros municipios también, en la mayoría de los casos. Aquí las competencias son mucho más próximas. Concello y Xunta pueden intentarlo. Dar el paso. ¿Lo acompañaría el público? Seguro que sí. Pero o se abre el abanico de las opciones y activamos un autobús que sea útil o a otra cosa. No se hace porque no hay usuarios. No hay usuarios porque no se hace nada... Y en esto no hay que esperar a que alguien tosa en Madrid para ponerse en marcha.

Las cosas son posibles. Y, en otros ámbitos, hay ejemplos. ¿Uno? La reciente y ya consolidada conversión de la árida carretera de Catabois en algo bien distinto. Aceras anchas y habitables que han dado un resultado estético bueno y repercusión positiva en la hostelería y otros negocios. Se convirtió en calle lo que era calzada. En la calle se vive. Por la calzada solo se va o se viene. Ahí está la diferencia. En la flexibilidad. En la misma que va a convertir el polígono de Vilar do Colo en otra cosa. ¿Pueden convivir la industria, los servicios y la restauración? Claro.

Vale la pena esforzarse, con criterio y sin ponzoña, por mejorar un territorio tan de cine que ya lo visualizó Roman Polanski hace años en Valdoviño. Ahora Almodóvar va a lucir en la pantalla grande paisajes y escenas de Ares y Mugardos. ¿Seguimos? Desde el encanto de Cedeira al embrujo de las Fragas do Eume. Desde el castillo de San Felipe a la Fervenza do Belelle. Un apasionante tapiz que bien vale un arreón común para que no pierda más trenes. Ni autobuses.