Tiempos buenos y malos

Manuel Couce DESDE LA ALAMEDA

FENE

29 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1812 las Cortes de Cádiz constituyeron el municipio de Fene y en 1835 son reconocidos los de Maniños y Barallobre, que terminarían integrándose en Fene. Comienza así la voluntad y su destino dentro del sistema constitucional para recorrer un largo período hasta nuestros días. Lo que vino después es conocido. Un pueblo pescador y agricultor que se fue inclinando hacia el comercio y la industria naval, comenzando por un pequeño astillero en Perlío dedicado a la construcción de barcos de madera. Pasado un largo tiempo, en 1944, aparece Astano S.A. con una plantilla muy profesionalizada, con gente procedente de Bazán, que hacían su traslado en lancha desde el muelle de San Fernando a los pueblos de la otra banda. Aquel pequeño astillero cambió de rumbo vertiginosamente. Le llegaron nuevos proyectos, amplió las instalaciones y se preparó para grandes buques. La guerra de Suez dejó intransitable el canal y abría la necesidad urgente de construir grandes petroleros para ir a Arabia Saudí por la ruta del cabo de Buena Esperanza a buscar crudo. El astillero Astano, ya bajo la dirección de José María González Llanos, un director de Bazán que usaba la cabeza en la hora presente, dio respuesta a un problema internacional y se construyeron en Astano buques de gran envergadura como el Arteaga o el Artemision, que fueron la admiración del mundo naval. Esto creó mucho empleo. Y esta comarca dejó de estar abocada a un destino incierto y comenzó a ser otro el marco económico y social en la zona. Pero con la recuperación del canal llegaría la crisis de la que no somos capaces de sacudirnos y, como alguien dijo: «los gallegos siempre vamos detrás de los curas, o con un cirio o con una estaca». Y tocó el turno a la estaca. Se siguieron construyendo buques, pero menos, incluso se llegó a acuñar aquella frase de barco grande ande o no ande. Ahí estamos, con una plantilla de Astano bajo mínimos y el repertorio coral ya conocido de los políticos, a excepción de José María Rivera Arnoso, que al frente de la alcaldía de Fene se dejó los huesos por llevar trabajo al astillero. Fue este alcalde un espejo en el que mirarse otros colegas, que viven de la papilla ideológica con que se nutren. Arnoso es un símbolo de la lucha por ese astillero, y por ello aprovecho esta oportunidad para hablar de un estilo político irrepetible que junto a otros vecinos hicieron un trabajo ímprobo por su pueblo. Y Arnoso estuvo siempre a pie de obra, con su particular fórmula de ejercer el liderazgo nacionalista. Fue todo un ejemplo.