Recuerdo las pancartas contra la llegada de la autopista a Cabanas. Entonces pensaba, pues quizá tengan razón y sea el fin del mundo para la comarca del Eume y, más tarde, para la de Ferrol. Pero no fue así, obviamente. Al revés. Bienvenida autopista, aunque cueste un ojo de la cara. Todo lo nuevo produce desconfianza, temor a lo desconocido. Pero la modernización es inevitable (menos mal). También en generación de energía. Los parques eólicos terrestres siguen provocando la creación de plataformas vecinales contra los molinos -en muchos casos, con razón, y así lo sentencian los tribunales de justicia- y, a buen seguro, que los marinos también levantarán polvareda. Ya lo están haciendo. Es normal. Más aquí, donde la pesca y el marisqueo corre por las venas de nuestra economía y es el sustento de miles de familias gallegas. Por eso es especialmente importante planificar con mimo y consenso con el sector los lugares donde se podrán levantar esas moles marinas y habrá que hacer juegos malabares para combinar la economía tradicional con las nuevas instalaciones de generación de energía que darán un vuelco al sistema energético. Porque se pueden combinar y no será Galicia el primer territorio en experimentarlo. Porque la eólica marina llegará y los pescadores tendrán que convivir con ella. Y al revés. Todos tendrán que ceder, sin avasallamientos ni imposiciones.