Hoy estaría de cumpleaños Gonzalo Torrente Ballester. Había nacido el 13 de junio de 1910, el día de S. Antonio de La Cabana, como a él le gustaba precisar. Aunque no le fue fácil llegar a la cima de la literatura española contemporánea, donde sin duda hay que situarlo, hoy se puede afirmar que su obra revela una originalidad, lucidez y calidad literaria difícil de encontrar en sus contemporáneos. Fue un novelista con independencia absoluta de las modas, escuelas e, incluso, de los gustos del público. Y tiene en su haber el hecho literario nada sencillo de haber unido en su pluma al escritor tradicional y al renovador de la literatura. En efecto, Torrente fue capaz de escribir Los gozos y las sombras en una línea encuadrable dentro del realismo tradicional, válido para retratar en cientos de páginas la identidad gallega (el Balzac español, le llaman los franceses por esta enorme obra), pero también fue capaz de escribir La saga/fuga de J.B., que es la novela más moderna, atrevida e influyente de todas las publicadas en España en el último cuarto del siglo XX, y en la que completa el dibujo del alma de Galicia, pero de otra manera, con una literatura distinta. La narrativa de Torrente Ballester se nutre de dos tendencias innatas en él y, por lo tanto, asumidas con total naturalidad: el gusto por lo racional y lógico, y la inclinación por lo irracional y fantástico. El carácter misterioso y mítico del valle de Serantes, en donde pasó largas temporadas de su infancia y niñez, y el tono racional y matemático de la ciudad de Ferrol, diseñada y creada en pleno apogeo de los cánones racionalistas del siglo XVIII, fueron fundiendo de forma natural en el escritor ese gusto por lo intelectual y por lo popular, por lo real y por lo imaginario, sin que uno prevaleciese sobre el otro. Sólo a partir de La saga/fuga la tendencia fantástica parece imponerse, aunque la real nunca desaparezca del todo.
Escritor polifacético (periodismo, teatro, cuento, guionista de cine, ensayo, historiador de la literatura, novelista por encima de todo), su obra lo convierte en uno de los más insignes de la segunda mitad del siglo XX en España. El que, según Saramago, tiene todos los merecimientos para figurar a la derecha de Cervantes en el Olimpo de la literatura española. Y somos muchos los que compartimos esa afirmación. Por eso lo recordamos.