Yolanda, reconversión y Parrulo

Manuel Couce TRES APUNTES

FERROL

01 may 2023 . Actualizado a las 17:42 h.

Suena bien que Yolanda Díaz, recordara a Ferrol el día de la fundación de su embrión de partido político Sumar. En sus inicios en esta asignatura fue concejala, luego diputada en el Parlamento gallego, siguió medrando en el Congreso de los Diputados, hasta vicepresidenta del Gobierno de España. Ha demostrado que está dotada del talento suficiente como para poner patas arriba el Estatuto de los Trabajadores, y otras reformas, que son una revolución en el mundo laboral. La hija de Suso Díaz, aquel secretario de CC.OO. que convocaba a miles de trabajadores/as para defender el sector naval, se fue a Madrid, y desde entonces los acuerdos con Pedro Sánchez, le están valiendo para ser candidata a la presidencia del Gobierno en las próximas Elecciones Generales. A mis muchísimos, muchísimos años, me dio tiempo para conocer a padre e hija, admirar a los dos, y por lo tanto, hago del placer un deber, y como la política es opinión, ahí tenemos una mujer de resonancia histórica para la ciudad.

Aquella reconversión naval dejó mucho sufrimiento en esta comarca, porque la prometida reindustrialización de Astano, tardó demasiado en llegar, aunque ahora vemos aquellos astilleros convertidos en pioneros en la construcción de torres gigantes para la eólica marina. Sobre la reconversión recuerdo que fuimos a Madrid a hablar con el ministro de Industria, por aquel entonces Solchaga, José Luis Gacio, responsable del Metal del Sindicato UGT, y yo mismo, responsable comarcal; la reunión se celebró en la Avenida de los Toreros, y después de oponernos a la propuesta del ministro, nos dio un curioso sentimiento de alivio cuando nos habló de reindustrializar Astano fuera de su historia, aquello era como lanzar el astillero hacia el futuro en este progreso brutal que está llegando ahora, y que Gacio, con su prodigiosa carrera sindical, ve que el fin de la crisis ya tiene cara, para los trabajadores, que es lo que más importa.

Este Parrulo es una generación y la siguiente, pierda o gane, tienen una bendición de Dios. Llena de alegría el pabellón de A Malata, aunque a veces, las menos, obsequie a sus seguidores con un suspenso raspado. Pero allí están los domingos y fiestas de guardar todos los familiares sin vínculos de sangre, unidos, para que los jugadores saquen sus mejores energías, y sin odiar a sus rivales, les ganen la partida, y cuando no ocurre, muchos suelen pasar por la tienda de don Julio, para que les toque el violín de oído.