A bro el ordenador y muevo mis dedos sobre su teclado después de casi tres meses de silencio. Lo intenté antes. Pero aún no era el momento. Porque al escribir todo se teñía de gris… Pero el gris se va incrustando en el arcoiris que es mi vida. Y siento la necesidad de volver. Y, hoy, abrazar con estas palabras a Rodolfo Martín Villa. Su recuerdo es ya difuso o inexistente para millones de españoles. Y su figura ha sido «rescatada» como intento canalla de sentar la Transición en el banquillo, con gravísimas acusaciones, llegadas de Argentina y coreadas por quienes se proponen romper aquel pacto que él protagonizó desde la lealtad, la dignidad y con el objetivo de una España democrática en la que la alternancia política no supusiese el despertar de viejos instintos frentistas. Aún suena en mis oídos la voz, entrecortada y emocionalmente rota, de un hombre de 85 años que declaró, bajo la sombra alargada y connivente de la Fiscala General del Estado, para que su silencio no se manipulase para mancillar la naturaleza de un proceso político, con aciertos y errores como siempre ocurre, cuyo objetivo era construir la democracia desde la concordia.
Quienes compartimos con él tareas políticas y experiencias de vida sabemos cómo era. El tono de su voz; su mirada miope que desprendía paz; su permanente entrega al trabajo y su disposición al diálogo, eran la negación misma de la violencia en cualquiera de sus formas….Mi abrazo emocionado y agradecido por su testimonio. Ejemplo de coraje y defensa del entendimiento entre discrepantes, que fue y es un arma cargada de futuro….