Voluntarios que se convierten en «referentes» para niños vulnerables

beatriz antón FERROL / LA VOZ

FERROL

Marta Sixto se sumó al programa de mentoría social de Cáritas el pasado curso y espera repetir la experiencia en el 2020-2021
Marta Sixto se sumó al programa de mentoría social de Cáritas el pasado curso y espera repetir la experiencia en el 2020-2021 JOSE PARDO

Cáritas recibe 25 peticiones para participar en su programa de mentoría de menores

11 jul 2020 . Actualizado a las 09:55 h.

A Lucía Leal, coordinadora de los programas de familia de Cáritas Mondoñedo-Ferrol, no le gusta nada que a los voluntarios que participan en el proyecto de mentoría social que impulsa la organización para ofrecer nuevas oportunidades a niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad se les identifique con el papel de Jero García en Hermano mayor. «Os rapaces pensan no programa de televisión e entón imaxinan que van ter que quedar cun adulto que non vai facer outra cousa que botarlles a bronca e regañalos», comenta. Y es que el programa que coordina esta técnica de Cáritas no tiene nada que ver con la filosofía del famoso coach show de la tele.

Según explica Leal, la mentoría social consiste en una herramienta de intervención gracias a la cual un adulto se convierte en «referente» de un menor para acompañarlo emocionalmente, apoyarlo, guiarlo y ofrecerle experiencias que habitualmente no puede vivir debido a la particular situación de vulnerabilidad en la que se encuentra su familia. «Hai nenos que viven nesta zona e que por increíble que pareza non coñecen nada máis que o seu barrio e nunca foron a unha praia, a un cine ou a un museo», apunta Lucía Leal.

El programa echó a andar el curso pasado con solo tres voluntarios -que se convirtieron en «mentores» de otros tantos jóvenes de la zona, dos chicas y un chico de 15 y 16 años-, pero este año la respuesta ha sido mucho mejor. «Estamos moi contentos, porque, tras a campaña de captación de voluntarios que fixemos, temos 25 candidatos para poñer en marcha vinte parellas en Ferrol e Narón o próximo curso. Agora temos que facer a selección e as personas que finalmente resulten elexidas deberán asistir a un curso de formación en setembro», explica Lucía Leal.

Empatía y constancia

A estas futuras mentoras -tan solo un hombre solicitó incorporarse al programa-, Cáritas les pide empatía, constancia, responsabilidad y dos horas de su tiempo libre a la semana para acompañar al menor que se le asigne en salidas socioculturales de todo tipo: desde asistir a una función de teatro hasta visitar una exposición, ir al cine o participar en una actividad deportiva, entre otras muchas.

Según explica Lucía Leal, en este programa siempre hay tres personas implicadas: el voluntario que se convierte en mentor, el menor mentorizado y un técnico de Cáritas, que «supervisa, apoia e fai o seguemento». Eso sí, el verdadero protagonista siempre es el niño o adolescente mentorizado, que sale beneficiado de la experiencia de múltiples maneras. Lucía Leal asegura que los chavales que participan en el programa ganan en autoestima y satisfacción personal, mejoran su rendimiento escolar y descubren nuevos intereses.

Las salidas con los menores comenzarán en octubre y se mantendrán hasta junio del 2021.

«Mi niña me dice que esta experiencia le ha servido para confiar más en sí misma»

El curso pasado, Marta Sixto se convirtió en mentora de una adolescente de 14 años, que hoy ya tiene 15, gracias al programa de Cáritas. «Ha sido una experiencia muy gratificante y pienso continuar como voluntaria el próximo curso», dice entusiasmada. Esta ingeniera industrial ferrolana que trabaja en una empresa del sector naval cuenta que quedaba con la menor todos los jueves por la tarde y, hasta que el covid-19 trajo consigo el confinamiento, hicieron de todo. «La llevé a ver las playas de Ferrol, que no conocía aunque vive aquí desde hace ya dos años, también fuimos a pasear a Ares, al centro cultural Torrente Ballester a ver una exposición de Gabi Tizón... Y también visitamos los dos museos navales de la ciudad, que le encantaron porque ella dice que quiere ser militar», explica.

Marta no tiene duda de que la adolescente se benefició de la experiencia. «Yo pienso sinceramente que la ayudé, porque mi niña es muy lista y es muy capaz, pero en los estudios le va muy mal. Así que yo le insistía mucho en eso, en que ella puede conseguir sus metas si se lo propone y que no tiene que resignarse y contentarse con lo mínimo. Creo que el mensaje caló en ella, porque ahora me dice que la experiencia le ha servido para confiar más en sí misma», comenta Marta satisfecha.

Esta voluntaria explica que un mentor tiene que saber escuchar y aconsejar, pero siempre sin imponer ni juzgar. «Desde nuestra posición resulta muy fácil opinar y criticar, pero hay que ponerse en los zapatos de estos niños, porque su realidad es muy distinta a la que viven nuestros hijos», sentencia. El curso que viene espera seguir ejerciendo de mentora, y a poder ser, con la misma joven: «A causa del confinamiento dejamos muchas cosas pendientes por hacer, como ir juntas a una clase de surf, porque a ella le encanta el mar».