Tierra y suerte

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL

28 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Tenía razón el poeta -y no solo el poeta- al decir que uno es, fundamentalmente, un paisaje. Y yo siento un inmenso afecto por esta Galicia do Norte nuestra. Una Galicia, distinta de cualquier otra, que va desde la desembocadura de ríos como el Eume, el Belelle y el Xuvia hasta la del Eo. Un territorio, al norte del norte, que tiene su corazón espiritual en la Terra Chá de Lugo, y sus capitales -que también son las diocesanas- en Ferrol y Mondoñedo. Para mí, la Galicia do Norte es un paisaje vital, evidentemente. Y, casi por encima de cualquier otra cosa, una emoción. Cuando necesito viajar al interior de mí mismo, para ver si me encuentro, suelo ir tierra adentro, por la carretera de Sillobre, pasando por As Pontes, hacia la Terra Chá. Y así, conforme avanzo, sin prisa alguna, en el viaje a través de mi propio corazón, siento que mi alma vuelve a su lugar, sin más requisitos que escuchar el silencio, comprar unos melindres de Vilalba en Casa Anduriña, parar a tomar café en el Montero -al pie de la carretera que va hacia Abadín- y, por último, adquirir, en Mondoñedo, una tarta de Val de Brea. Siempre me conmueve, esa es la verdad, hablar de esta Galicia con dos mares -el Atlántico y el Cantábrico- cuyos acantilados, un poco más allá de San Andrés de Teixido, casi tocan el cielo. La luz de las riberas del Landro, que ilumina Viveiro, viene conmigo a donde vaya. Y qué decir de la basílica de San Martiño, en Foz, que conserva dentro de sí la memoria de San Rosendo, como la conserva también, en A Capela, el monasterio de Caaveiro. Ojalá toda esta Galicia tenga por fin, a partir del año nuevo, la suerte que merece. Esta Galicia y todas sus gentes, por supuesto.