Cerezas a 18,50 euros el kilo

José Picado DE GUARISNAIS

FERROL

15 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Antes de escribir esta crónica fui a una tienda del barrio a comprar grelos de Monfero. Allí estaban. Unos grelos hermosísimos que competían con los de Santiago. Eran vecinos de las demás verduras y hortalizas, lindando con el lineal de las frutas al que me acerqué a comprar uvas y naranjas, que están en temporada. Mi sorpresa fue mayúscula al ver, en lugar destacado, una caja de cerezas brillantes, luminosas, como barnizadas. «Cereza de importación. Chile. 18,50 euros el kilo». ¿En serio, en diciembre, cerezas? No parece lo más sostenible ni responsable. A ver, ¿es necesario comer cerezas en diciembre en el hemisferio norte? ¿A nuestra dieta y nuestra nutrición le falta algo si no consumimos esta fruta cuando no está en temporada? ¿Es razonable pagar más de 18 euros por un kilo de fruta únicamente por satisfacer un capricho? ¿Cuál es el coste medido en huella de carbono generado por la distribución, la conservación y la logística, que causa transportar productos perecederos tantos miles de kilómetros? ¿Es sostenible disponer de todos los productos, todas las épocas del año y en todo el planeta? Disculpen tanta pregunta; alguno de ustedes estará pensando que menuda perrencha he cogido al tropezar con las cerezas chilenas.

Chile nos ha traído estos días, además de sus frutas, la cumbre sobre el cambio climático. De su desarrollo no se esperaban grandes avances sobre lo firmado en el Acuerdo de París. Y no se produjeron. Pero sí se esperaba la presentación de los últimos conocimientos científicos y alguna que otra propuesta por parte de las autoridades públicas. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, hizo público el nuevo Pacto Verde Europeo, en sus líneas maestras, y ya solo por esto la cumbre ha merecido la pena. Consta de diez ejes que nos involucran a todos ?administraciones, empresas y ciudadanos? en el modo en que interactuamos con el medio ambiente. Las ciudades y quienes las habitamos tenemos que asumir una cuota de protagonismo mucho mayor que el actual. En nuestra mano está fomentar nuevos hábitos de consumo y desarrollar patrones de comportamiento sostenibles. Reciclar, reducir el uso del coche privado, favorecer las energías renovables, luchar contra la deforestación, disminuir el uso de fertilizantes y pesticidas, gastar menos agua, renovar los edificios poco eficientes energéticamente, utilizar menos plásticos, son algunas de las recomendaciones inmediatas. El Pacto Verde Europeo tendrá en pocos meses armado su presupuesto y las normas de aplicación. Tenemos una compleja tarea por delante y poco tiempo para hacerla efectiva. Empecemos por cuidar nuestros mercados, los alimentos de proximidad y su consumo en temporada.