Cambios en la recta final de la reforma de Armas

FERROL

CESAR TOIMIL

La obra prescinde de los caminos «para pies secos» y modifica el alumbrado

10 mar 2020 . Actualizado a las 15:43 h.

La remodelación de la plaza de Armas camina hacia su conclusión, con todas la miradas puestas en la Navidad. Independientemente de que se termine o no en plazo, la obra culminará de distinta forma a cómo estaba inicialmente prevista. La última baja la han sufrido los caminos «para pies secos» bautizados así en el proyecto. Las tres calzadas de piedra que estaba previsto que atravesasen la parte de tierra del recinto se apean por criterio técnico. Se presentaban como unos senderos que permitirían el paso de quienes prefiriesen evitar el contacto con el plano terrizo en los días de lluvia. Y también como una forma de facilitar el paso de carritos, sillas de ruedas o bicicletas. Pero el arquitecto ganador del concurso de ideas para reformar la plaza, y director de la obra, Carlos Pita, ha decidido suprimirlos: «No son necesarios. La tierra estabilizada resuelve bien todas las funciones y permite recuperar la idea de concurso: un plano de tierra libre de interrupciones. La manzana de la Magdalena evidenciada», argumentó.

Solo el tiempo y el uso dirán si se adoptó la decisión adecuada. Y no es el único cambio. El principal hasta ahora era la modificación del plan de iluminación de la plaza. El gobierno local buscó una mejora del alumbrado previsto, con un refuerzo en la línea longitudinal entre las calles Galiano y Dolores, donde en los últimos días era visible la alineación de las arquetas, además de dotarse de un proyecto de iluminación perimetral posterior al proyecto original. «Hubo que hacer una serie de cambios, porque la iluminación se estaba planteando de otra manera, pero al final la solución que buscaron los técnicos es la adecuada y garantiza que la plaza, como plaza céntrica, esté bien iluminada en cualquier época del año», explicó el alcalde, Ángel Mato.

Por su parte, Pita detalló que se busca una iluminación de bajo consumo y «flexible», que permita un control por parte de los técnicos según lo que pase en la plaza y que se pueda aportar más o menos luz según lo exija la actividad o temporada. Todo, huyendo de la «sobreiluminación», para permitir un «uso total sin estridencias, un espacio de sosiego», defendió.