El abandono de perros baja en la comarca, mientras crece el de gatos

FERROL

CESAR TOIMIL

El 88 % de los canes de Mougá fueron adoptados en 2018, frente al 32 % de los felinos

29 ene 2019 . Actualizado a las 10:28 h.

Una de cal y otra de arena. Eso es lo que arrojan las estadísticas de abandono y adopción de animales en el refugio mancomunado de Mougá a lo largo del 2018. La cara positiva tiene un claro perfil canino, ya que, durante el ejercicio pasado, el centro de recogida de animales recibió en sus instalaciones a 276 perros abandonados (23 menos que en 2017), de los que finalmente un total de 243 fueron adoptados (52 más que el año anterior). Estas cifras revelan que la tasa de abandono en esta zona se situó en 1,82 canes por cada mil habitantes, una proporción que aún siendo preocupante indica una evolución positiva, ya que este indicador no ha dejado de disminuir año tras año y actualmente se sitúa por debajo de la media nacional, que está fijada en 2,4 abandonos por cada mil habitantes. «Isto era impensable no 2010, cando o Concello de Ferrol inaugurou o refuxio de Mougá, pois daquela a taxa de abandono de cans duplicaba a media nacional», advierte con satisfacción el gerente de la Mancomunidad, Luis Alcalá.

En la otra cara de la moneda, las cifras referentes a los gatos no invitan al optimismo. Mientras en el caso de los perros las estadísticas revelan que el abandono decrece y las adopciones van en aumento -en el 2018 se incrementaron en un 22 %-, en lo tocante a los mininos ocurre justamente lo contrario. Si en el 2014 el refugio de Mougá dio cobijo a 153 gatos abandonados, en el año que acaba de terminar esa cifra se elevó a 252, de los que solo el 32 % logró encontrar un hogar, un dato que contrasta inmensamente con el de las adopciones de perros, que en el 2018 se elevó hasta un 88 %

Camadas no deseadas

Camino Ferrero, veterinaria del refugio de animales, explica que el abandono de gatos se debe, sobre todo, a una «tenencia irresponsable» por parte de los dueños, ya que muchos no castran a los mininos, y cuando llegan las camadas no deseadas, optan por deshacerse de las crías. «Desgraciadamente, en este tema hay mucha picaresca: como la gente sabe que nosotros recogemos a los gatos, hay quien llama a la policía o los lleva directamente al cuartel diciendo que los han encontrado para que el refugio se haga cargo de ellos», comenta Ferrero. Pero también hay quienes demuestran menos sensibilidad y no tienen reparos en enterrarlos vivos o tirarlos al contenedor metidos en una bolsa de plástico. «Se hacen auténticas barbaridades», anota Camino.

Otro problema añadido es que, en el caso de los gatos, a diferencia de lo que ocurre con los perros, la colocación del microchip no es obligatoria, por lo que, cuando un felino se pierde, resulta mucho más difícil localizar a los dueños. La Consellería de Medio Ambiente ha puesto a disposición de los concellos una serie de ayudas específicas para la castración de los ejemplares, con el objetivo de proteger la vida de los gatos de las colonias felinas, pero sin favorecer su propagación incontrolada.