Días de Pasión

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro CAFÉ SOLO

FERROL

PATRICIA REY

24 mar 2018 . Actualizado a las 00:02 h.

Mañana ya es Domingo de Ramos, el día en el que se conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén, a donde llegó aclamado como Hijo de Dios. Una fiesta que tiene uno de sus momentos más emotivos cuando los ramos y las palmas se bendicen, ceremonia cuyas imágenes, de una u otra forma, muchos seguimos venerando, por los más hermosos caminos de la memoria, entre los mejores recuerdos del tiempo en el que fuimos niños. Ojalá hubiésemos sabido conservar la mirada de aquellos años, del tiempo de nuestra infancia. Ese tiempo en el que sabíamos ver, más allá de la obviedad y de la evidencia, la verdadera naturaleza del universo. Un misterio al que a menudo solo nos acerca el corazón, porque es precisamente el corazón quien hace posible la fe, además de servirle de aliento al arte y a la poesía. Mañana se bendecirán los ramos, un año más, en las parroquias del país entero, en las iglesias de toda la diócesis, en todos los rincones de Galicia. Algo que tiene una especial significación para los creyentes, por supuesto, pero que a mí me parece que también emocionará, de nuevo, a muchos de los que contemplan de forma diferente la vida. Porque no sé qué pensarán ustedes, pero a mí me parece que incluso si no existiese nada más que lo que vemos con nuestros propios ojos, en verdad merecería la pena continuar siendo seguidores de aquel carpintero judío que murió clavado en una cruz, en tiempos del emperador Tiberio, sin haber cometido otro crimen que defender a los que sufren, ponerse del lado de los pobres, llamar a la reconciliación, invitar al perdón de cualquier ofensa y predicar la hermandad entre todas las gentes de este mundo.