Resistiremos

MANUEL COUCE

FERROL

20 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

L as pasadas elecciones municipales habían abierto otra ventana a la esperanza, para que la ciudad más deteriorada de Galicia tuviera una nueva salida hacia el camino de la recuperación. Cansados los ciudadanos de tanta corbata se inclinaron por la camisa limpia y votaron el cambio. Desde entonces hubo ayudas menores y hasta decreto de emergencia social y económica. Pero pasado un año, las clases media de esta ciudad siguen empujadas a peor, como si los actuales gobernantes quisieran igualarnos por abajo.

Y como esto último no es posible, es real porque a estas alturas de la película nuestros gobernantes no entraron en los problemas de fondo, porque no tienen resuelto qué comisión corresponde a cada concejal, desfeita que comenzó con la desbandada de los socialistas, que con sus ceses, cambios y expulsiones han auspiciado el deterioro actual de la corporación, que alcanza también a la oposición, que se cansa de repetir el acatamiento a las normas, y no asumen el compromiso de estar presentes en comisiones tan importantes como la que está discutiendo el futuro de la Plaza de Armas. En esta dispersión algunos se pasan la mañana lavando el coche, otros bajando los michelines en el gimnasio, y alguno que está todos los días en el Ayuntamiento aportando con un cerebro de mejillón. De esta anormalidad política creo que se salva el alcalde, que hábilmente había resuelto el problema de la gobernanza, hizo un pacto de estabilidad con Beatriz Sestayo, que blasoneó pero quiso concentrar sobre sí misma la garantía única de gobierno de la ciudad, y Jorge Suárez dándose cuenta de la situación, rompió el cordón sanitario echando a los socialistas del gobierno, y elevando la ceja con los suyos está más complaciente, y los demás que aprovechan la situación de hermanos separados.

Esto hizo posible que la dialéctica radical sea un comportamiento generalizado, y que está gastando a una corporación que todavía no ha tocado temas importantes para la ciudad como son las negociaciones con Defensa, el polígono industrial o la residencia universitaria. Por todo ello no es de extrañar que en cualquier momento aparezca un ciudadano por la oficina del Registro pidiendo el libro de reclamaciones para escribir: Estos no son políticos, son lobos solitarios emergentes, cabreados que les hace falta una reconversión para acabar con este camelo, que está agotando con la capacidad de resistencia de los ciudadanos.