«La educación es más que una nota»

Bea Abelairas
Bea Abelairas FERROL

FERROL

La directora del San Xoán da Filgueira recibe a sus alumnos en la puerta: «Es mi momento preferido del día, saludarlos cuando llegan al cole»

08 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando pasea por los pasillos de su colegio -el San Xoán da Filgueira- Marián López parece altísima, aunque desde esa posición no pierde detalle de los locos bajitos con los que se va topando. A cada uno de dedica una frase, una recomendación, una orden recubierta de una broma o un saludo cantarín. Es la reina buena de un castillo repleto de hazañas. Y no es una frase hecha: lo prueban episodios como el de hace pocas semanas, cuando un pequeño jugó a esconderse en un rincón: «Fue impresionante, porque los compañeros se convirtieron en un comando y me gritaban aquí no está profe, aquí tampoco... En pocos minutos lo localizaron y lo trajeron de la mano», cuenta la orgullosa directora de un centro al que cada día acuden muchos niños con mochilas repletas de problemas.

«Mi momento preferido del día es saludarlos cuando llegan al cole, siempre salgo a esperarlos y ellos lo saben». El San Xoán podría ser un espacio triste y repleto de desesperanza, pero es todo lo contrario: los niños se ayudan entre ellos y hasta transforman a sus propias familias. «Nuestro verdadero informe Pisa es que los alumnos vengan al cole y que puedan llegar limpios, algo que es un esfuerzo muy importante en algunas casas por las necesidades extremas que están sufriendo», explica. En el reino del San Xoán se levantan barreras y trincheras invisibles para dulcificar las realidades de muchos pequeños: «Los niños son transparentes, cuando sufren dejan pronto que lo veas, pero también tienen una capacidad impresionante para vivir y disfrutar del momento, así que en el colegio me gusta que sean niños que estudian, que disfrutan con las actividades y por eso tratamos de tener todo el centro lo más atractivo y bonito posible». Y sucede muchas veces que esta sintonía se va a las casas y contagia a muchos adultos: «A veces vienen padres que ves que hacen un esfuerzo grandísimo para ser educados contigo y eso te conmueve, porque te das cuenta que el cambio lo consiguen los niños, que les hacen ver lo importante que es la escuela en sus vidas».

Marián se mira al espejo de una de sus aulas. El San Xoán sería un destino difícil para cualquier maestro, pero a ella le costaría muchísimo tener que dejarlo: «Sería una tragedia; la educación es muchísimo más que una nota y eso queda claro aquí».

En este colegio los mayores apadrinan y leen cuentos a los pequeños, las paredes están llenas de sueños pintados y cada año llegan más reconocimientos por un método que, en parte, nace de un sentimiento de la niña que fue la directora. «De mi época escolar me quedó la rebeldía para luchar contra las injusticias». Poner en una clase a los listos en las primeras filas y al resto detrás es lo que más le duele revivir. Por suerte, cuando llegaba a su casa de la calle Cárcel (en el muelle) su abuela Maruxa desactivaba lo mal aprendido castigada al fondo del aula: «Ella ayudaba a todo el mundo y te enseñaba a no juzgar a nadie». Un lema de vida que recuerda con lágrimas y que ahora es la ley en su reino de lápices.

Cómo me veo

«Veo que me gusto, porque me encuentro bien conmigo misma. Soy optimista, tengo buen carácter y estoy contenta con mi familia y mi trabajo... ¡Más no le puedo pedir a la vida!»