La sociedad ferrolana está en alerta roja por el desempleo. Es algo que se palpa en el ambiente, en toda charla entre amigos, familia, en cualquier cafetería... No hay trabajo, y el que hay es cada vez más precario.
Por si quedaba alguna duda al respecto, la encuesta de Sondaxe publicada el pasado domingo por La Voz era tan clara como demoledora. Para un 84,5 % de los consultados en la ciudad y su área metropolitana el paro es la principal preocupación. Como para no serlo.
Porque en esto, como en casi todo, hay dos terrenos. El teórico y el práctico. En el primero, en el de la cháchara, siempre se otean manás y albricias varias. Desde las diferentes siglas se lanzan propuestas y firmes compromisos de revitalizar, diversificar... ¿Les suena? Claro. Por otro lado, ¿qué van a decir?
Ahora, en el apartado práctico la cosa ya es distinta. Y fácil de diagnosticar. Aquí no se mueve nada. De nada. Se destruye lo que existía (porque se está destruyendo, hay que dejarse de eufemismos) y no hay luces en el horizonte. La realidad es que la empresa nueva no llega a Ferrol. A pesar de que ahora hay autopista. Y si no llega a Ferrol, será por algo. ¿Por manía? No creo. Es más factible que las cosas se estén haciendo mal, muy mal, para que no haya capacidad de atraer prácticamente nada. Para muestras botones. Para botones, el ¿Plan Ferrol?
Mientras, los parados de larga duración se angustian y el talento de los jóvenes se marcha dentro de sus maletas. Lo dicho. Como para no preocuparse.