El tsunami político que ha vivido la UE en su conjunto no puede dejar indiferente a nadie, crea o no en ese proyecto político. Leeremos y oiremos comentarios de todo tipo, como ya ha ocurrido en la noche electoral. Pero no es mi objetivo utilizar este espacio para repetir lo que mis lectores están cansados de ver y escuchar.
Pero sí creo que este debe ser momento de reflexión para todos los que creemos que los males que padecemos tienen remedio.
Considero que la primera y necesaria tarea es reafirmar nuestras profundas convicciones democráticas y rechazar la peligrosa deriva totalitaria, tanto hacia la izquierda como hacia la derecha, que se vive en algunos países de la UE y luchar porque se quede en una anécdota en la historia de esta Europa, que sigue siendo el lugar del mundo en el que hay más libertades, más derechos y más igualdad de oportunidades. Y, además, exigir a los partidos políticos un cambio radical tanto en el modo como en el fondo de hacer política.
Si no lo hacen, los ciudadanos, millones de ellos desesperados ante la situación que viven, emprenderán un viaje sin rumbo conocido, como se deduce de lo visto en estas elecciones.
Viaje semejante al de aquellos inmigrantes que se embarcan en las pateras, aunque solo sea para huir de la situación en la que viven.
Como lema se me ocurre gritar, aunque solo sea en el silencio sereno de la palabra: ha llegado el momento de las personas, olvídense de los datos. Solo reflejan parte de la verdad.