El nuevo cierre de una empresa del sector eólico que se había instalado en As Somozas demuestra que la escasa diversificación industrial de Ferrolterra se asienta sobre bases efímeras. Al socaire de las primas y las licencias se instalaron en la comarca un buen número de factorías dedicadas a la fabricación de palas, fustes y otros elementos que luego vemos -¿veíamos?- en largos transportes camino del puerto de Ferrol, para su exportación. Ahora resulta que la francesa Alstom leva anclas, despide a 63 trabajadores y se marcha. El portavoz de las empresas eólicas de Galicia ha reconocido que buscan incentivos en otros países cuyos gobiernos adjudican licencias para la explotación eólica en sus montes, pero a cambio de que los molinos se fabriquen en su territorio. Como había ocurrido aquí, vamos, no hay nada nuevo.
Tampoco el sector eólico marino ha alcanzado la suficiente madurez como para sustituir al eólico. Todavía no se ha descubierto esa magia tecnológica que es la pala de tres aspas que ha revolucionado la producción eléctrica con el viento, pero se está a punto. Por eso convendría, a pesar de la crisis, no perder este tren en el que Navantia podría tener oportunidades. Pero para ello hay que invertir en investigación, a pesar de la crisis. Ferrol debe jugar un papel destacado en esta nueva batalla, con una escuela de ingeniería un astillero y empresas punteras del metal. Si se pierde, otra vez, esta oportunidad el monocultivo del naval quedará todavía más acentuado, y al albur de nuevos golpes del viento de la crisis.