Veinte años sin piscifactoría

Guillermo Hernández

FERROL

Víctima de un vertido, la planta del Xuvia ha sido tomada por la naturaleza a la espera de que se aclare su futuro

06 abr 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

«Que veinte años no son nada», dice el tango, pero sí suficientes para que la naturaleza recupere su terreno. Las preguntas sobre qué ocurre cuando una construcción es abandonada y dejada a merced de la naturaleza ha provocado últimamente desde películas hasta documentales. En Narón es fácil comprobar este efecto bajando desde el lugar de Prados, en San Xiao, hacia la presa do Rei, al encontrarse con la antigua piscifactoría del Xuvia en la que se llegaron a criar, según su titular, Manuel Rico, «hasta 300 toneladas de peces anuales» en los ochenta.

La historia es conocida. Rico puso en marcha la planta en el 73 y trece años después, un vertido de la conservera El Cisne, en San Sadurniño, provocó una catástrofe ecológica que obligó a abandonar la actividad en las instalaciones. Después, un calvario de juicios que incluso llevó a su titular a escribir un libro, O desastre ecolóxico do Río Xuvia, en 1996, narrando las vicisitudes por las que tuvo que pasar y que todavía no han acabado.

Futuro

El futuro de la piscifactoría parece por ahora incierto. Los planes para intentar reconducirla o hacer algo distinto, como adecuarla para la pesca deportiva o incluso un picadero de caballos, como pretendían desde el Concello, no han fructificado. Rico sigue manteniendo «la concesión de aguas y de los terrenos», sin embargo, según dice, todavía sigue luchando por el desastre que le causó el vertido. «Ha habido varias sentencias favorables», dice Rico respecto a su causa por conseguir una indemnización, y acaso ponerla de nuevo a funcionar. Según explica, su pelea no es solo por la empresa perdida, sino también una lucha por el río, «ya he conseguido que la Xunta vaya a mejorar el río».

El lugar está hoy aislado. Para acceder a él hay que estar dispuesto a dejarse arañar por las zarzas que crecen por doquier y a no encontrar ninguna puerta de entrada. Lo que se halla es casi de cuento: las calles por las que antes circulaban las truchas en sus procesos de engorde son hoy una especie de laberinto con pequeñas galerías utilizadas por la fauna y flora autóctona. El óxido hace que sea casi imposible mover los tornillos reguladores de las compuertas utilizadas para derivar el agua de las calles.

Escondite

La naturaleza ha hecho también bien su proceso de ocultamiento, tanto que incluso el sitio fue utilizado en el 2001 por una banda de delincuentes especializada en cajas fuertes para abandonarlas allí. Pero cuando se observa el interior de los edificios que se mantienen en pie, utilizados en su día como almacén y control, es fácil comprobar que no son ajenos a visitas esporádicas. Algunos botes de refrescos lo atestiguan.

¿Se podría recuperar la planta? En principio parece que no, un documento clave en este aspecto es el Plan de Acuicultura Galego de la Xunta de Galicia, el cual no contempla ninguna planta en el río Xuvia.