«Es más difícil interpretar a un ser humano corriente»

Guillermo Hernández

FERROL

La actriz, Concha de Plata en el festival de cine de San Sebastián, actúa esta tarde en Narón con «Afterplay»

03 nov 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Blanca Portillo, concha de plata en San Sebastián, estará de gira hasta el 11 de noviembre en Galicia con Afterplay, de Brian Friel. Hoy está en Narón (auditorio, 20.00 horas, entradas a la venta una hora antes). Es una representación que trata de responder a la pregunta de qué pasa con los personajes una vez acaba la obra y que busca la respuesta en un encuentro entre dos personajes de Chejov veinte años después.

-¿Qué ocurre con ellos?

-Son dos seres humanos completamente solos que se encuentra y se dan un poco de felicidad, calor compañía y cada uno le sirve al otro de espejo para ver sus carencias. Y hay situaciones humorísticas, porque Chejov también tenía un altísimo sentido del humor y eso está en esta obra. En ese sentido es una función moderna y un homenaje al teatro y a lo que tiene de purificador.

-¿Se puede entender la obra sin conocer a Chejov?

-Lo que más me sorprendió cuando leí la obra es que recoge el espíritu de Chejov y, aunque no se sepa nada de sus obras, se sostiene dramáticamente porque la historia de esos dos seres humanos es lo suficientemente valiosa. Si no, hubiera sido una obra enormemente elitista y no se trata de hacer teatro para élites.

-¿Y la química con Helio Pedregal, su compañero de reparto?

-Lo conozco desde hace más de veinte años, cuando en 1985 hicimos Bodas de Sangre y creo que es un actor de los más grandes que tiene este país. Nos hemos visto evolucionar y nos respetamos y queremos como amigos. Cuando tienes un buen compañero es una delicia porque todo lo que lanzas él te lo devuelve multiplicado y te hace crecer.

-¿Qué personaje es más complicado, Carlota de «7 Vidas», Agustina en «Volver» o el inquisidor de «Alatriste»?

-Es más difícil interpretar a un ser humano corriente y moliente. Al inquisidor te lo puedes inventar, dentro de los límites que impone la historia, pero hacer a alguien que se ríe con lo mismo que tú es más difícil. El rizo es hacer algo creíble, aunque no hayas visto nunca nada parecido.

-Hablando de «7 vidas», esa serie de televisión fue como un talismán.

-Allí se juntaron los hados, pero lo que nadie sabía es que el 90% de los que actuábamos teníamos una carrera teatral enorme, como Javier Cámara o Toni Cantó. Era necesario porque era la primera serie que se hacía en vivo y en directo; y de repente, nos descubrieron.

-¿Ayuda esa popularidad televisiva al teatro?

-Antes de la serie ya tenía espectadores fieles de teatro. Es lo más grande que puedes tener. Esto se multiplica cuando sales en la televisión, pero si hace que venga más gente al teatro, fantástico. Mi compromiso es ofrecer algo que digan «merece la pena ir al teatro».

-En los cines, «Siete mesas...» y premio en San Sebastián. ¿Está en un momento dulce?

-Se asocia el éxito a hacer lo que uno quiere y tener mucho tiempo libre, pero yo tengo la sensación de que trabajo como una perra (risas).