«Lo que llaman conciliación no existe, es en realidad tener que elegir»

EXTRA VOZ

Miguel Villar

19 mar 2023 . Actualizado a las 12:40 h.

Promotor de la crianza con apego, Carlos González (Zaragoza, 1960) ha hecho de esta vocación un oficio. Frente a los conductistas, la táctica premio-castigo y la solución «abuelos/guarderías» como forma mágica de conciliación, toma la palabra un pediatra, padre de tres hijos, que desarma tópicos como el que dice que la clave, más que en la cantidad, está en la calidad del tiempo con los hijos. En las antípodas de Estivill, Carlos González avista un mundo ideal poniendo el dedo en la llaga de las carencias y defectos de la realidad.

-Usted asegura que la conciliación no existe, al menos no en España. ¿Tan rotunda es la realidad?

-La conciliación no existe, porque no se pueden hacer dos cosas a la vez (bueno, salvo que se ponga de moda lo de Bescansa con su hijo, que en muchos empleos se podría hacer, pero en otros no). Lo que llaman «conciliación» es en realidad elegir: «¿Qué prefiere usted, la vida familiar, o la vida laboral?».

-Parece que la ciencia ha confirmado que hay quienes sí pueden hacer dos cosas a la vez. Pero pongamos que no. ¿A qué nos atenemos los padres escogiendo familia o trabajo?

-Si uno prefiere la vida laboral, le facilitan la elección ofreciéndole una guardería, ¡pagando!; si prefiere la vida familiar, le ofrecen un permiso, ¡sin sueldo!, o una reducción de jornada, ¡con reducción de sueldo! 

-Pinta realmente mal.

-Es que ¡vaya oferta! Puedes dejar de cobrar para estar con tu hijo, pero parece que tienes que estar agradecida porque te dejan «conciliar».

-¿Cuál es la solución?

-Habría que conseguir que lo del niño de la Bescansa no sea un chiste. ¿Lo llevaría cada día? ¿Irá con él a las reuniones, a las ruedas de prensa?, ¿las ujieres del congreso pueden ir con su bebé? Pero hay algo mucho más importante: aspirar a derechos laborales como los de los países nórdicos. En otros países tienen permisos retribuidos de maternidad mucho más largos que aquí. Y, además, después tienes verdaderas ayudas. Aquí, si trabajas la mitas cobras la mitad, y si no trabajas nada no cobras nada. Que se pongan los derechos de la mujer trabajadora al nivel de los de Suecia, Noruega o Finlandia. O al menos de Alemania o Austria.

-¿Pasa hoy necesariamente la crianza con amor por la renuncia y el sacrificio de la mujer? 

-Vivir es renunciar, pero renunciar no es sacrificarse. Yo quería ser bombero. Renuncié a ser bombero para ser médico. Renuncié en buena parte a ser médico para ser escritor y conferenciante. El día tiene 24 horas, y mientras estás haciendo una cosa, no estás haciendo otra. Es así. Lo que no podemos es engañarnos.

-Usted me advertía en otra entrevista que si uno no vive como piensa acabará por pensar como vive. ¿Podemos vivir como pensamos tal como está el panorama? En especial para las mujeres compaginan vida familiar y laboral haciendo malabares y lidiando a diario con el complejo de culpa.

-Pero ¿hay mujeres que no lidien con la culpa? Los hombres tendemos a pensar que quien hace lo que puede, da lo que tiene y dice lo que sabe no está obligado a más. 

-¿Qué opina del fenómeno Malasmadres?

-No lo conozco.

-¿Permiso de maternidad igual e intransferible entre el padre y la madre, como han propuesto algunos partidos?

-Es el colmo. Vale si fuera tres años para cada uno... Pero proponen dos o tres meses para cada uno, y esto es un insulto. La madre es la que ha parido. La madre es la que tiene derecho, según la Organización Internacional del Trabajo, a un mínimo de 14 semanas de permiso retribuido tras el parto. 

Algunos partidos en España proponen no cumplir ni ese mínimo, y nadie se queja. Intentan recortar los derechos de la mujer trabajadora para dárselos a su marido, ¡y nadie se queja! Ya puestos, ¿no podrían quitarle a mi mujer su mes de vacaciones y darme dos a mí? A mí no me importa sacrificarme, y como las mujeres se realizan trabajando... ¡Grandes avances en la incorporación de la mujer al mundo del trabajo!

-La incorporación de la mujer al mundo del trabajo visible, remunerado, considerado, es resultado de un largo esfuerzo. A veces da la impresión de que el problema se limita al mercado laboral. ¿Pueden cumplir en el hogar los mismos roles el padre y la madre, al margen de aspectos como la lactancia?

-Los padres prudentes jamás preguntamos «¿A quién quieres más, a mamá o a papá?». Nuestro papel es obviamente distinto. Todos recordamos que nuestros padres hacían distintas cosas, todos sabíamos con cuál hablar de este o de aquel tema.

-Entonces, ¿dejamos en casa las cosas como están o es necesaria una revolución de puertas adentro?

-Revolución ya la ha habido. La comida ya ha sido sustituida por congelados y porquerías, la conversación ha sido sustituida por la tele, los padres ya han sido sustituidos por los abuelos (o por la tele)... Haría falta una contrarrevolución, en todo caso.

-Me refería a un cambio de roles de género.

-Sí, en algunas cosas somos diferentes por educación. Desde luego, no por ser mujer se plancha mejor. Pero es peligroso extrapolar que cualquier diferencia en la conducta de los sexos es aprendida y arbitraria. El gato no se comporta igual que la gata. No iba el ser humano a ser el único animal en que no existen diferencias biológicas. Creo que intentar doblegar nuestra conducta espontánea, instintiva, para intentar adaptarla a un concepto teórico a menudo provoca sufrimiento. Como cuando nos querían hacer creer que los niños podrían criarse igual de bien dejándolos todo el día en la cuna, que no necesitaban estar en brazos. Sí que lo necesitan. ¿Y si resulta que un padre necesita hacer ciertas cosas, y una madre otras, y sus papeles no son completamente intercambiables?

-¿Qué opina de ese estudio, viral en redes sociales, que dice que los niños se portan peor con mamá?

-Es un hecho. Lo comento en uno de mis libros: los hombres se hacen la cama en la mili, cuando en casa lo dejaban todo tirado. Eso no muestra que quieran más al sargento que a su madre. Todo lo contrario. Nos portamos «mal» donde sabemos que no corremos peligro, que nos seguirán queriendo. Tú también le has dicho a tu marido cosas que no le dirías a un compañero de trabajo, ¿no? Solo faltaría que también con los seres queridos tuvieras que pasarte el día tragando y fingiendo.

-¿Lo hacemos peor los padres de hoy que los de antes?

-A ojo, da la impresión de que ahora se pega menos a los niños. Está socialmente mal considerado. Pero, por otra parte, nunca antes en la historia de la humanidad se había cogido tan poco en brazos a los niños cuando eran bebés, nunca antes se habían escolarizado tan pronto ni habían pasado tantas horas separados de sus padres.

-¿Qué es lo mejor que podemos ofrecer a nuestros hijos?

-Cariño y tiempo.

-Dice que la guardería no es una buena solución para los pequeños.

-Para los niños es mejor estar con sus padres que estar en la guardería. Lo siento, esto es un hecho.

-¿Nos pasará factura la guardería en más de un sentido?

-Todo pasa factura. La persona que trabaja menos fuera de casa va a ganar menos dinero, va a tener menos experiencia profesional, va a tener menos reconocimiento social... Pero, si dedico menos horas a estar con mis hijos, ¡milagro, no pasará nada! Todo tiene pros y contras. Nosotros elegimos.

-Y en esa encrucijada suele recurrirse bastante a los abuelos.

-Sí. Últimamente parece que «lo normal» sea que a los niños los cuiden los abuelos. Se llegan a ver casos de verdadera explotación. ¿Cómo hemos podido llegar a creer que los padres no tienen una obligación pero los abuelos sí?