Volando voy, hablando vengo 

Vera Martínez, Marta Otero

EXTRA VOZ

XESUS BUA

Cuatro jóvenes narran su experiencia en el extranjero como «au pairs», un trabajo en el que son necesarias grandes dosis de paciencia y entereza para lograr, a cambio, un importante avance en el aprendizaje del idioma

19 jul 2015 . Actualizado a las 15:43 h.

La nueva generación de niñeras, conocidas como au pairs, bien podrían salir de una película del conocido agente 007. Esta nueva ola de jóvenes deseosos de aprender idiomas y de atravesar varios países del mapa, entran pisando fuerte en este nuevo tipo de trabajo. Su objetivo, conseguir familias de acogida en el idioma en el que están más interesados y poder hacerse un hueco en el mercado laboral de dicho país tras finalizar la experiencia. Es el caso de dos gallegas, un cordobés y un alemán que, con ganas de dar un giro a su vida, decidieron irse. 

Andrea Díaz (Cee, A Coruña) quería irse a Londres porque le encantaba la ciudad y porque quería salir de la rutina de su vida. Esto la llevó hasta Northwood, una población cerca de la capital inglesa donde vivió una experiencia que ella califica de «muy positiva». Aunque  según ella «cuidar de un niño que no habla tu mismo idioma es bastante complicado» y asegura que lo más difícil de llegar a un nuevo país  fue enfrentarse a lo desconocido. Eso sí,  «no te queda otra que espabilar», porque te encuentras en una situación nueva en todos los sentidos y en la que necesitas aprender rápidamente .

El principal papel que un au pair tiene que desempeñar es, en palabras de Andrea, «llevarlos al cole, ayudarles con las comidas, actividades extraescolares, atenderlos cuando no están los padres, etc». Pero también encargarse de tareas domésticas ligeras. A cambio de este trabajo, cuenta que «te ofrecen una habitación, comida y dinero semanal para tus gastos».

En lo que no duda en ningún momento es en recomendar este trabajo a «aquellas personas que quieran vivir la experiencia, y que les gusten los niños» y da como consejo para crear un buen perfil «aportar toda la información que puedas y ser completamente sincero». En estas situaciones es primordial contar lo máximo posible sobre ti mismo para que la familia te pueda conocer. Y lo más importante según ella es «mantener la mente abierta, tener mucha paciencia y sobre todo, no desistir».

 

Noelia Casalderrey (Poio, Pontevedra) ya tenía desde hacía tiempo la idea en su cabeza, Siempre había querido irse al extranjero  para poder mejorar el nivel en este idioma. Así acabó en Carrigtwohill, una ciudad cerca de Cork (Irlanda) donde nos cuenta las experiencias que lleva viviendo desde Noviembre del año 2014. 

Una de las ventajas que, según ella,  ofrece este tipo de trabajo es la comodidad a la hora de realizar determinados trámites en el país de acogida, porque muchas veces la familia te ayuda con ellos y te hace más fácil la llegada. Noelia cuenta que «aunque sí recomiendo la experiencia a la gente, puedes llegar a encontrarte de todo. Hay muy buenas familias y las hay muy malas». 

En su caso ha sido muy afortunada, porque apenas tiene que realizar tareas domésticas y su trabajo consiste exclusivamente en cuidar  de los niños Pero lo importante es que la familia ya sepa de antemano cuáles son tus requisitos, «si hay algún tipo de petición poco habitual que esta debería saber, ponerla ya en el perfil de la página. Por ejemplo, si hay alguna tarea que no estés dispuesto a hacer». Eso sí, a pesar de encontrarse muy cómoda en la casa, reconoce que echa «mucho de menos tener piso propio, como pasaba cuando estudiaba en Santiago», y es que en una casa con niños es difícil poder tener tu propio espacio e independencia.

Objetivo: aprender el idioma

Por su parte, Juan Rodríguez (Córdoba) lleva once meses en Irlanda, pero empezó con mal pie. Su primer contacto con la familia de acogida resultó ser poco grato. Estuvo en un pueblo durante tres meses y medio y dice que «fue realmente duro», porque trabajaba muchas más horas de las fijadas y confundían su trabajo con «el de criado». Además cuenta que «no tenía ni idea de inglés», pero que «quería aprender rápidamente y crecer más como persona». Ese deseo lo llevó a abandonar la idea inicial de irse a Madrid a estudiar un máster y a tomar la decisión de marcharse a Irlanda. 

Una vez allí, tienes que trabajar «por y para los niños». Desempeñando funciones que van desde hacer la colada y planchar la ropa a preparar la comida para el colegio o ayudarles con los deberes. A cambio «recibes la cantidad de 100 euros aproximadamente, y te proporcionan casa, habitación privada, baño e Internet».

Su segunda experiencia con una familia de acogida, esta vez en Limerick, fue muy diferente de la primera. Y estos «peores y mejores momentos»que ha vivido Juan, y de los cuales no «se arrepiente», pudo vivirlos gracias a la página  de www.aupairworld.com.

En ella te mandan escribir «dos tipos de cartas, una para la familia y la otra explicando porque quieres ser au pair». Explica que también ganas puntos si subes algunas fotografías con niños para que vean que te desenvuelves bien en ese ambiente. Si alguna familia está interesada tienes que hacer una entrevista vía Skype, y Juan da como consejo preguntar «todo lo que quieras» e intentar «que te hagan una especie de contrato con todas las condiciones». En la actualidad se encuentra trabajando en Dublín «en una de las tiendas de ropa más importantes del país y hablando todo en inglés». Esto lo consiguió en parte gracias a la experiencia de irse de au pair, ya que hizo que realmente absorbiera el idioma y que sirvió como «medio para conseguir un objetivo: aprender inglés».

La otra cara

Tampoco hay que olvidarse de aquellos extranjeros que deciden iniciar esta experiencia en España. Falk Felix Boekelder (Delmenhorst, Alemania), lleva 3 meses de au pair con una familia coruñesa. Comenta que está aprendiendo rápido el idioma, así como la cultura y el estilo de vida. Afirma que «los españoles son más abiertos que los alemanes» y que «es una gran iniciativa porque te permite coger más experiencia en tu vida», así como conocer gente nueva.  

 

MARCOS MÍGUEZ

Ya tiene planeado empezar aquí el bachillerato en septiembre, y quedarse, por el momento, los próximos años en este país.

Andrea, Noelia, Juan y Falk Felix son solo una pequeña parte de esos miles de jóvenes que constituyen la nueva generación de au pairs 007. «Agentes» dispuestos a comerse el mundo y a no dejarse intimidar por las adversidades que se le ponen por delante. 

Y como en las películas del famoso Bond, acción no les falta. No solo  viajan de un lugar a otro, se adaptan a un escenario completamente diferente al suyo y se entienden con niños muy pequeños que hablan otro idioma, sino que también superan las barreras del idioma, intentan encontrar una oportunidad de empleo que se ajuste a su campo de estudio y absorben como esponjas todo lo que ven y todo lo que oyen, y todo esto a kilómetros de distancia de su casa. Si esto no es acción, que venga Tarantino y lo vea.