Nadal y Federer, una relación atípica

EXTRA VOZ

BOBBY YIP

Los dos mejores tenistas del principo de siglo no son amigos, pero protagonizan una rivalidad singular, guiada por la admiración, el repeto y la complicidad
 

28 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante años, Sebastián Fest viajó por el mundo, contó miles de partidos y se empapó de una relación singularísima entre dos enemigos íntimos como deportistas, pero cómplices para impulsar su deporte. Su trabajo tan cerca de Rafa Nadal y Roger Federer y una precisa labor de documentación se vuelcan en las páginas de «Sin red. La historia detrás del duelo que cambió el tenis» (Debate). Un texto al que le salen ramas por pasajes interesantes de la historia del deporte de la raqueta, enlazados con el momento actual. 

Escribe que la imagen de amistad entre Nadal y Federer resulta exagerada, porque en realidad había respeto y admiración. ¿Por qué cree que se eligió presentarlos como amigos?

Creo que en el fondo hay detalles que aún tienen que conocerse mejor sobre ellos. Son y van a ser demasiado grandes, ya lo es Federer y lo va a ser aún más Nadal. Evidentemente había interés en promover que eran dos grandes que se entendían. No sé si Nike influyó o no, pero imagino que en algún porcentaje, y seguramente no veía nada mal que se llevasen bien. 

¿Habría vendido más camisetas y más entradas una cierta tensión entre ambos? 

Pienso que se intentó hacer algo nuevo porque tradicionalmente las rivalidades por el número uno tenían su nivel de violencia verbal e incluso un lenguaje corporal agresivo. Pero en este caso se logró una historia distinta. Alguien interpretó, entre los muchos que los rodean, que esa era la historia que mejor iba a rendir en esta etapa del tenis y de la sociedad, estos diez últimos años, y que podía quedar en el pasado lo de llevarse mal entre los mejores.

¿Por qué han sido tan poco frecuentes en el deporte casos como el de Nadal y Federer, esa rivalidad tan blanca?

Lo demuestra la historia. Son raros porque uno no recuerda que se diera algo así. Pat Cash cuenta como lo trataba Becker u otra gente en los 80, con gran variedad de estilos, pero era una lucha muy fuerte. «Te voy a aplastar». Algunos se juntaron en una banda y tocaban rock. Quizá el caso más parecido sería el de Wilander y Edberg por educación. Sampras no tenía empatía pese a contar con una buena imagen y una rivalidad menos mala con Agassi. 

Recoge cómo Connors ve ñoña esa relación pacífica. ¿Si Cash y McEnroe tocaban la guitarra y se iban de cañas, Nadal y David Ferrer juegan a la Play Station y toman zumos?

Es el sino de los tiempos. No sé si solo toman zumos. No son tampoco chicos tan aplicados. Pero sí, es cierto que en los 70 se socializaba con libros, tocando la guitarra, y en estos años se impuso la Play en los hoteles. 

Cuenta que Nadal y Federer se alejaron por sus discrepancias en el consejo de jugadores de la ATP, en el que se implicaron por el bien el resto. ¿Cómo es hoy su relación? ¿Distante, correcta? 

Esas dos palabras. La relación entre Nadal y Federer es más distante y correcta. Hay un cierta decepción de ambos lados, quizá más acentuada de Nadal que de Federer. Lo que pasó pasó y no volverá a darse, que coincidieran ahí en el consejo fue algo extraordinario en la historia, con el 1 y el 2 involucrados. La relación es correcta, pero más fría y distante. 

Cuenta que Djokovic se esfuerza en hacerse querer, como una forma de expiar el pecado de Serbia por la guerra. ¿Son Federer y Nadal más auténticos que Nole? ¿Su imagen es más real?

No sé. Djokovic es así, pero es auténtico, bastante auténtico. Otra cosa es que sea maestro de manipulación en el buen sentido, muy inteligente en el manejo de sentimientos, ambientes y climas. Le importa mucho ser bien percibido, pero al final es él. Otra cosa es que sea calculador, no siempre espontáneo, pero es bastante auténtico. Federer, en línea anglosajona, da buena imagen, y Nadal es el tenista que más veces dijo gracias en una cancha de tenis. Lo hizo hasta cuando le pasaban las bolas los recogepelotas. Eso no lo hace nadie más en el circuito profesional. 

¿Cómo busca Djokovic su sitio en medio de esa dualidad?

Su sitio lo busca a raquetazos, que le salen muy bien. Si sigue así, se acercará antes de lo esperado a las cifras de grand slams de Nadal y Federer, sobre todo si ellos no suman más. Nole es muy ambicioso, trabaja mucho para llegar adonde llegó. Es el tercer hombre, sin duda, hoy el primero en términos de ránking, un añadido a esa era que marcaron Nadal y Federer. 

Al principio del libro habla de un Nadal esquivo y cabizbajo. ¿Le duelen más las derrotas que a otros o las encaja peor?

Creo que los dos buscan el estado zen porque pierden con más frecuencia de lo que acostumbraban. Nadal tiene un discurso y dice «si pierdo es porque el otro fue mejor, así me voy a pescar», pero no le gustan las derrotas para nada, le molestan mucho, y por eso es tan grande. Si le diesen igual, no habría llegado tan lejos. Igual  pasa con Federer, que dice «así tengo más tiempo para estar con mis hijos». Algo de eso hay, sí, porque él cambió su vida ahora como padre de cuatro hijos, pero las derrotas duelen. 

¿Qué hay de falso en la imagen perfecta que se transmite de Nadal, sobre todo en España? 

[Ríe]. No hay algo falso, Nadal es educado, formado por unos padres y un tío en una disciplina y manera de ser concretas. Pero todos tenemos nuestros puntos fuertes y débiles, y si hablamos de la imagen que los medios españoles transmiten sobre Nadal es la imagen de perfección total. Eso no refleja la realidad porque nadie es perfecto.

Su libro dedica un amplio espacio a la lucha contra el dopaje. Explica que el tenis no ha tenido «un Ben Johnson». ¿Cree que la lucha contra las sustancias prohibidas ha sido algo laxa en el tenis? 

Yo, cuando veo que se han invertido dos millones y medio de dólares, me parece insuficiente en un deporte que mueve tanto dinero y tanta actividad. Creo que es poco. No sé si se ha sido laxo, pero estoy seguro de que se podía hacer mucho más, realizando controles de otra manera. Es cierto que los grandes tenistas están controlados, los 50 primeros del ránking mundial. Pero el tenis mueve mucho dinero y gastar algo más, el doble, por ejemplo, no le haría mal, y sí conseguiría un gran efecto en la profundidad de los controles. 

¿Cree que se tapó algún positivo, como en su día pasó con Agassi, que reveló luego en su autobiografía un episodio con drogas recreativas?

No lo sé. Ojalá lo supiera y pudiera dar los detalles. 

En la época de las redes sociales, Federer transmite ahora una imagen más fresca y Nadal más encorsetada. ¿Lo comparte?

No me tomo muy en serio lo que comparten en las redes sociales. Es el momento menos espontáneo que se puede esperar de un personaje famoso. Porque hay un ejército de gente de relaciones públicas que trabajaron para que ese tuit llegue a ti. La imagen de ahí no me la creo. No creo que ofrezca una medida de lo que realmente son. Y no parece lógico que Nadal sea el apocado y Federer el espontáneo, porque en realidad serían lo contrario, pero de forma equilibrada. Son estrategias de comunicación e imagen. Prefiero medirlos en ruedas de prensa con periodistas, o con preguntas difíciles. Ahí se puede percibir como son realmente.