Una auxiliar vasca de una residencia de ancianos salva la vida de un bebé de un mes en pleno vuelo entre Canarias y la Península
ESPAÑA

Cogió al pequeño en brazos y consiguió reanimarle tras entrar en parada cardiorrespiratoria a mitad de vuelo entre Las Palmas y Hondarribia
04 jun 2025 . Actualizado a las 18:44 h.«No sé si os puedo ayudar, soy auxiliar, nada más». Así se presentó ante la tripulación de un vuelo entre Las Palmas y Hondarribia Fátima Román cuando desde megafonía pedían ayuda y la asistencia de un médico por una grave emergencia. Un bebé de apenas un mes entró en parada cardiorrespiratoria y su madre, desesperada, no sabía cómo actuar. Para esta vecina de Deva, municipio costero en Guipúzcoa, el regreso de sus vacaciones se convirtió en todo un reto a contrarreloj. «Tenía el bebé un color raro, morado, oscuro, no reaccionaba. Le miré el moflete, no respiraba. Tampoco le encontré el corazón... Y me dije, "chica, si aquí nadie sabe hacer nada, le hago un masaje cardíaco y a ver qué pasa"», cuenta Román sobre la experiencia vivida a bordo en la emisora de la Cadena Ser Radio San Sebastián.
El pequeño en cuestión, de origen francés, había nacido con una malformación en el corazón y precisamente iba a ser tratado de la dolencia próximamente. «Esto nos lo dijo una persona que estaba allí y sabía el idioma y habló con la madre, que comentaba que pese a este diagnóstico, nunca antes había tenido un percance así», detalla sobre el principal condicionante de esta maniobra in extremis.
Con tan solo dos dedos, como se aconseja en pacientes de tan corta edad y con aporte de una mascarilla de oxígeno facilitada por el personal que operaba el vuelo, consiguieron estabilizarlo: «En una de estas ya hizo "ñí" —empezó a llorar— y ya me dije "no va mal el tema". Al rato ya empezó a llorar con más ganas y ya fui notando que aunque seguía haciéndole el masaje latía su corazón por sí solo».
Aterrizaje de emergencia en Jerez
Así fue como Fátima, que no es sanitaria titulada pero sí tiene nociones de primeros auxilios por su trabajo como auxiliar clínica en una residencia de ancianos, consiguió estabilizar al bebé. La tripulación a bordo le consultó si creía necesario aterrizar de emergencia, propuesta ante la que no dudó en responder: «Si fuera mi hijo, sí». Entonces, la aeronave puso rumbo a Jerez, donde en la pista ya había una ambulancia esperando. Los sanitarios se encargaron del pequeño y certificaron que se encontraba fuera de peligro.
La heroína, al regresar a su asiento, fue ovacionada por todo el pasaje. «Cuando me senté ya salió toda la adrenalina, me entraron ganas de llorar y las azafatas me dieron todas las galletas que había en el avión y dos botellas de vino», dice finalmente, aliviada porque la historia acabase con final feliz.