F. B.
A Concepción Gamarra (Logroño, 1974) nadie la conoce por su nombre de pila. Todos le llaman Cuca. Incluso en las notas oficiales distribuidas por el PP utilizan este diminutivo, tal y como se demuestra en la difundida en Génova tras la larga noche del miércoles, en la que, «a propuesta de» Casado, aparece como la coordinadora general de la formación hasta que se celebre el cónclave del que saldrá un nuevo presidente, fijado para el fin de semana del 2 y 3 de abril.
Gamarra será la encargada de llevar el timón de la nave hasta entonces, poco más de un mes en el que se prevén jornadas de oleaje. Hasta entonces, técnicamente Pablo Casado seguirá siendo «el presidente nacional», tal y como acordó con los barones, pero reducirá considerablemente su presencia, por lo que corresponderá a la exalcaldesa de Logroño dar la cara en multitud de ocasiones. Como en el Congreso de los Diputados, en donde la actividad no cesa. Se convirtió en la portavoz de su grupo en la Cámara Baja tras la destitución de Cayetana Álvarez de Toledo, pese a las advertencias, una de las grandes apuestas de Casado y que le acabó saliendo rana. Gamarra tiene un perfil mucho más discreto que la diputada por Barcelona, y, a diferencia de esta, todos sus compañeros de bancada se refieren a la exalcaldesa de Logroño como una persona «del partido». «Es prudente, diplomática, de partido», recalca un diputado de su grupo. «Viene de abajo», traslada a este periódico. «Es solvente y no se mete en charcos ni en sus apariciones públicas ni en cuestiones internas», afirman. Precisamente, un perfil discreto requerido para desempeñar este complicado papel en un cargo de coordinadora general que había desaparecido tras la marcha de Rajoy y la salida de Fernando Martínez-Maíllo, y que el PP decidió recuperar la noche del miércoles.