Arrimadas admite que fue «un error» entregar el poder a los populares en cuatro comunidades, pero no se vengará

M. A. Alonso MADRID / COLPISA

ESPAÑA

La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, en una sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados.
La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, en una sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. EDUARDO PARRA | EUROPA PRESS

22 dic 2021 . Actualizado a las 10:59 h.

Tocados y a punto de hundirse. La decisión del presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, de apretar el botón electoral en la comunidad supone un durísimo golpe para Ciudadanos, que en la cúpula naranja aún tratan de encajar.

El presidente de la Junta llevaba tiempo sopesando el adelanto electoral, pero ocultó muy bien sus cartas a sus socios de Gobierno. Negó por activa y por pasiva que fuera a adelantar los comicios e incluso se lo aseguró a la líder de Cs, Inés Arrimadas, la víspera del anuncio. «Si no conseguimos representación ya no hay partida que jugar», lamentan en la formación liberal, que se creyó a pies juntillas la palabra de Fernández Mañueco y ahora paga su ingenuidad política.

En los últimos diez meses, Ciudadanos ha salido de tres gobiernos autonómicos. La fallida moción de censura en Murcia se saldó con su expulsión del Ejecutivo de Fernando López Miras y, de rebote, del Gobierno de la Comunidad de Madrid. Isabel Díaz Ayuso reaccionó rompiendo también con sus socios y adelantando unas elecciones autonómicas que dejaron a los liberales fuera de la Asamblea madrileña. Todo apunta a que el escenario puede volver a repetirse en Castilla y León, donde Ciudadanos va a sufrir para mantener si acaso uno de sus once procuradores en las Cortes regionales.

En la cúpula naranja hablan de «traición» de Fernández Mañueco, pero también atribuyen su decisión de disolver el Parlamento autonómico a las «presiones» de la dirección nacional del PP, a la que sitúan en el epicentro de todos sus males. La maniobra, insisten en el partido naranja, responde «a un puro interés electoralista» y a un deseo de aniquilar a Ciudadanos para capitalizar su hundimiento. «Pablo Casado necesita tapar la victoria de Díaz Ayuso y necesita unas elecciones en las que cree que va a sacar un buen resultado para su carrera por llegar a la Moncloa», aseveró ayer Arrimadas.

Dudas sobre la candidatura

La líder de los liberales reconoció por primera vez que fue un «error» entregar al PP la presidencia de cuatro comunidades autónomas tras las elecciones del 2019. Sin embargo, descartó tomar represalias y dejar caer al Ejecutivo andaluz o al Ayuntamiento de Madrid, en donde son socios del PP. «Las reacciones testosterónicas —afirmó— las podrían hacer un Pedro Sánchez o un Pablo Casado, pero yo no, porque no soy como ellos. Ni Ciudadanos es como el PP o como el PSOE».

Los naranjas consideran que su alianza en Andalucía está, de momento, a salvo y vinculan su supervivencia en la esfera nacional a la reedición de un acuerdo con el PP en esta comunidad. «Juanma Moreno va a aguantar mejor la presión de Casado y de Génova», aseguró Arrimadas.

Tras la conmoción inicial, la dirección liberal tendrá que decidir si convoca unas primarias exprés en Castilla y León, con la incógnita de si Francisco Igea, hasta ahora vicepresidente autonómico, repetirá como candidato o será sustituido por Gemma Villarroel, coordinadora del partido en Castilla y León.