García-Guereta destaca que «Aznar dejó la política voluntariamente, para contribuir a la regeneración democrática, eso nunca se le ha reconocido, porque en el recuerdo ha quedado de él ha sido el de su desafortunada gestión de la guerra de Irak, empeorada por la del 11M». En su opinión, «su figura ha sido mucho más recordada por sus errores que por sus aciertos». Pero estima que «Aznar fue un líder excepcional para el PP», pero «en buena medida dilapidó su capital político en su segundo mandato».
«Pueden equipararse aquí las figuras de González y Aznar», sostiene Barrera. «Aunque la imagen pública de ambos se deterioró en sus últimos años en el poder, el paso del tiempo permite observar la impronta de sus gobiernos en la transformación de España», explica. En ese sentido, «su percepción como dos de los grandes presidentes del Gobierno de la España democrática parece poco discutible». Para Martínez, su figura «ha perdido peso, ya que con Rajoy antes y ahora con Casado, busca protagonismo a costa del partido, le puede su ego y la alta consideración que tiene de sí mismo».