El «procés», en suspenso tras el divorcio independentista

C. Reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

El presidente de la Generalitat, Quim Torra
El presidente de la Generalitat, Quim Torra Andreu Dalmau

La estrategia de Torra es devaluar la apuesta de los republicanos por el diálogo

02 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

E mayo del 2018 cuando Quim Torra fue investido. Por lo tanto, su mandato podría no prolongarse más allá de los dos años si cumple la promesa de convocar elecciones en cuanto se aprueben los Presupuestos de la Generalitat. Podría optar por la vía Mas, que anunció la fecha de las elecciones en diferido con ocho meses de antelación, pero correría el riesgo de ser inhabilitado en ese intervalo por el Supremo. 

El mandato de Torra ha sido débil, errático y marcado por su dependencia de Carles Puigdemont. En su discurso de investidura se fijó dos objetivos: restituir al expresidente en su cargo y hacer efectiva la república proclamada el 27 de octubre del 2017.

Ninguna de las dos será posible. Tampoco el tercer objetivo, que se sacó de la manga como respuesta a la sentencia del Supremo: un nuevo referendo al final de su mandato. No podrá hacerlo porque no cuenta con los apoyos necesarios tras la fractura entre JxCat y ERC.

Los republicanos ya han dado unas cuantas muestras durante esta legislatura de que no quieren volver (de momento) a desobedecer y a poner a sus dirigentes en riesgo judicia: evitaron la investidura telemática de Puigdemont, aceptaron la suspensión de los diputados procesados y retiraron el escaño a Torra.

Los últimos meses de la legislatura se le van a hacer muy largos al independentismo, en guerra y todo el día mirándose de reojo. En el secesionismo, eso sí, no hay que descartar nunca, giros imprevistos en el guion. A Torra le queda intentar que ERC no capitalice electoralmente sus dos logros recientes, el acuerdo con los comunes para aprobar los presupuestos, los primeros desde el 2017, y abrir una vía de diálogo con el Gobierno central. Pedro Sánchez visitará el jueves por segunda vez el Palau de la Generalitat. 

Agenda de máximos

El jefe del Ejecutivo catalán planteará una agenda de máximos para anticipar el fracaso de la negociación y desacreditar la estrategia de diálogo de los de ERC, presentados desde JxCat como cobardes por no haber querido desobedecer y unos traidores desleales por haber investido a Sánchez a cambio de nada. Torra tratará de constatar que la mesa entre Gobiernos nacerá muerta y sin posibilidad de negociar un referendo, la amnistía y el fin de la represión.

¿Qué puede hacer Torra todos estos meses? En materia de procés casi nada, salvo alguna iniciativa a título personal. Lo que le queda es pues cortar cintas y tratar de dar un vuelco a las encuestas, ahora favorables para ERC. Ayer inauguró una nueva línea del metro de Barcelona y el viernes estuvo en Lérida visitando una fábrica.

El procés, que ha implosionado esta semana con el divorcio entre los dos socios, tendrá que esperar. El anuncio en diferido de Torra ya lleva implícito el reconocimiento del fracaso, pues durante estos dos años hay una máxima que él ha repetido: el día que constate que no podré culminar la independencia, me marcharé a casa. Si el procés se reactivará o no, o se reinventará dependerá del resultado de las elecciones.