Negociaciones sin luz ni taquígrafos, pero todo medido en el marco de una precampaña

Francisco Balado Fontenla
FRAN BALADO MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

 Los representantes de Unidas Podemos, Yolanda Díaz  y Pablo Echenique, entre otros
Los representantes de Unidas Podemos, Yolanda Díaz y Pablo Echenique, entre otros Kiko Huesca | EFE

Unidas Podemos se negó a la foto conjunta de los negociadores por si le beneficiaba a Sánchez

06 sep 2019 . Actualizado a las 08:46 h.

Han pasado solo tres años, pero muy lejos quedan ya aquellas palabras de Pablo Iglesias, por entonces líder de una todavía incipiente formación política, cuando garantizaba que las reuniones de Podemos con el resto de partidos serían con luz y taquígrafos.

En la que mantuvieron ayer en el Congreso las delegaciones de su partido y del PSOE de cara a explorar un acuerdo para la investidura no se permitió siquiera el acceso a los fotoperiodistas, que habitualmente toman unas imágenes antes de empezar el encuentro, coincidiendo con los saludos protocolarios. La dirección de Unidas Podemos se encargó de que ayer nadie retratara de forma conjunta a Echenique o Yolanda Díaz con Carmen Calvo o Adriana Lastra, al entender que es precisamente esa escena la deseada por Ferraz para seguir alimentando su precampaña del 10N.

Este detalle supone una buena muestra de lo distanciadas que están las posturas entre las dos formaciones, en donde lo único que tienen en común es la desconfianza que se profesa la una a la otra.

El encuentro se prolongó durante algo más de cuatro horas y media. Comenzó a las 16.30 con el habitual sol de justicia de la capital española en esta época del año, y concluyó pasadas las 21.00 horas, cuando ya se había retirado a la cama el último rayo de luz. Tan tarde que incluso a alguno de los presentes no les quedó más remedio que encargar comida para saciar el apetito. Sin embargo, los resultados fueron poco menos que nefastos, tal y como trasladaron los diputados a la salida.

El PSOE y Podemos no están más lejos porque difícilmente pueden estarlo. Los primeros creen que es mejor una repetición electoral que verse abocado a una crisis de Gobierno en un par de meses, con la sentencia del desafío independentista o cualquier otro detalle que irrumpa en la agenda. Los segundos, que Sánchez tiene la decisión tomada de intentar asfixiarlos en las urnas en una convocatoria electoral el 10 de noviembre. Por tanto, de aquí al 23 de septiembre parece que solo aguarda la escenificación de que se puede. Después, la guerra de campaña.